Ni siquiera tengo que cerrar los ojos para recordar esa imagen. Un manchón rosa que apenas pude distinguir por un instante en el que creí que todo podía ser diferente, que podía detener el curso que la historia tomaba y llevarla a ser aquello que había soñado en alguno de los días anteriores.
Un manchón rosa, muy leve. Brillante pero sutil.
Si logro recordarlo ahora, todo lo que logro ver es ese manchón rosa por el rabillo del ojo y es todo lo que necesito para desear haber hecho las cosas de otra forma. Porque incluso las cosas más sutiles y abstractas se hacen trascendentes cuando las rodeamos de recuerdos sobre nuestros propios sentimientos.
agosto 21, 2012
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