diciembre 29, 2022

Trust

La confianza en la tecnología. En las fuentes de herramientas y quienes las proveen. Gmail puede tener todos mis correos desde 2004 pero, si hago algo que no les agrade, voy a perderlo todo sin derecho a quejarme. Mis 2000 fotos en instagram dependen de que Meta considere lucrativo el tenerlas.

Los usuarios basan la confianza en el movimiento de la masa, no en protocolos definidos y procedimientos claramente documentados. Alguien lo resume muy bien para los sysadmin en este post pero, en general, cualquier usuario sin importar su grado de experticia sigue la misma línea de razonamiento al manipular el software que utiliza.

Creer en la magia es conveniente porque no toca pensar. Pensar cansa. Además, con cada cambio de generación la búsqueda de información pasa por versiones más comprimidas: libros, youtube, instagram, tiktok. Con vericuetos raros, en los que un usuario de tiktok va a criticar a alguien por usar un gif existente para un meme en vez de hacer su propio video. Si ahora sólo gasto 10 segundos en ejecutar, tanto mejor resulta el gastar mucho menos tiempo en cuestionar el proceso mismo.

¿En qué nos estamos gastando la energía que consumimos cada día?

Yo estoy oootra vez tentado a armar un NAS en mi casa para guardar mis archivos y ver cómo guardo copias de seguridad de mis emails por si don Google se enoja conmigo algún día. O lo compran los amigos chinos.

diciembre 20, 2022

Notario

Se le pide a los grandes difusores de información que sean los notarios de la misma. Unos censores ad honorem. Los influenciadores deberían saber cuándo están ayudando a promocionar una estafa y cuándo el gel reductor no va a cumplir con lo que promete. Suponen muchos que ser periodistas es sólo escribir. Escribir con buena ortografía; contrastar fuentes, mostrar diferentes perspectivas y todo eso, esas vainas son pura mierda, seguro.

El dueño de otra red social va de un lado a otro controlando lo que puede verse o no. Disney controla en todas partes lo que otros podemos ver (o no). Tan es así que ha modificado las leyes de propiedad intelectual para protegerse, sin importar cómo ha afectado al resto del mundo. Un mejor emisor del capitalismo que McDonalds o los B52.

Tenemos a los bancos, otra institución que despierta profundos afectos en la población. En Colombia han sido los encargados de ordenarlo todo, de ordenarlos a todos, de coordinar las filas y al unísono marchar. Es extraño que no se encarguen también de los conciertos y de las elecciones. Hace muchos años, el Gobierno entregaba subsidios a través de un instituto encargado específicamente de estructurar los proyectos, contratar, vigilar la construcción y asignar los subsidios. El INURBE recibía solicitudes por miles y claro, el único lugar preparado para recibir miles de formularios que debían ser validados y digitalizados era el banco. Los bancos. ¿Dónde más están todos listos para pedir copia de la cédula ampliada al 150%, certificados, actas, copias de escrituras autenticadas, validando sellos notariales y confirmando que cada campo haya sido diligenciado en letra imprenta?

A decir verdad, eran pocos los formularios en letra imprenta porque quienes buscaban el subsidio eran muchas veces los que menos acceso tenían a formación básica completa, así que la digitalización de esos miles de formularios terminaba siendo un ejercicio de adivinación, fe en las propias capacidades o investigación exhaustiva de una dirección en alguna vereda, confirmando que sí existe y sí podría enviarse una respuesta. Eventualmente.

Los notarios son terceros de confianza para todos (en teoría no representan a nadie y presumen buena fe de todos). Son seres ajenos a todo que dan fe de que todos queremos hacer lo que decimos. Muchas veces, el rol de notario termina siendo una imposición del destino; no tienes otra más que confirmar que Pepito es buen ser, que Pepita es gran empleada y deberían contratarla. Los bancos en Colombia han funcionado muchas veces así, ofreciendo todo el poder de sus empleados en horas extras a cambio de que el Estado deje durmiendo en sus arcas el dinero que disponen regularmente para hacer lo que el Estado hace.

diciembre 18, 2022

Gifts

Más o menos por la época por la que yo cumplía años, mi papá sacaba una tarde para llevarme a elegir algún juguete. Nunca estuvo condicionado a las calificaciones porque esas siempre salían buenas, entonces no había cómo definir el umbral. Tal vez en octavo pudo haber un corte en la tradición (porque ahí comenzaron a manifestarse los rayes), pero no perdí nada e igual hubo regalo.

Para navidad era más o menos igual. Cuando llegaba el pago, sabiendo que llegaba con prima, hacía el mismo ejercicio. Muchas veces pasando por Iserra en Granahorrar. Ajá, dos sitios que ya no existen. Pero el sitio era seguro y el almacen tenía un buen surtido de juguetes lindos. Raros. Elaborados. Esas cosas que antes de la apertura económica eran muy inusuales.

En la navidad del 91, ese día llegó el dos de diciembre. El regalo fueron unos carritos que funcionaban como transformers pero no eran transformers. Porque tercer mundo, supongo. Después de ir al mentado Iserra y comprarlos, me llevó a la oficina que tenía cerca a Unilago para pasar la tarde mientras resolvía algunas cosas de su -muy pequeño y poco exitoso- negocio inmobiliario.

Hacia el final de la tarde, cuando ya casi no entraba el sol por la ventana de esa oficina, en la radio comenzaron a llegar noticias. Al parecer, Pablo Emilio Escobar había sido encontrado por las autoridades en algún lugar de Medellín. Poco a poco iba evolucionando hacia la noticia en la que daban de baja al capo. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, yo también dejé de jugar porque, de repente, ya no era tan interesante como escuchar lo que la radio tenía que decir. Porque no había otra forma de recibir algo más.

Pasarían muchos años más antes de que dejáramos de tener miedo por los autos estacionados frente a centros comerciales, bancos y lugares concurridos. Las cadenas que lo impedían siguieron puestas por mucho tiempo. Y esa tampoco fue una muerte que se celebrara en mi casa. Ninguna lo ha sido. Sólo hubo un poco más de miedo (por las represalias), seguido de un poco menos de miedo por vivir con menos bombas estallando en las calles.

Lo más fresco

Following the White Rabbit

I’m just a south american on his late twenties, following Arsenal on a regular basis during the last fifteen years or so. There...