octubre 30, 2014

Sport Ranthought - 20141030

Un rant futbolero que tal vez se haga recurrente.

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Barcelona mostró en el clásico más reciente que ha abandonado por completo aquello que lo identificaba. La presión en campo rival para recuperar el balón en el tercer cuarto del campo ha desaparecido y no está claro qué busca Luis Enrique. Lo que sí se ve es que los jugadores aún hacen la transición entre el estilo de juego previo y algo diferente.

Por momentos, el Real Madrid se paró en cancha sin un delantero definido; Benzemá aparecía recostado sobre una de las bandas para sobrecargar a uno de los laterales y aumentar las posibilidades de un contragolpe efectivo. Aun así, el Barcelona insistió en mantener la línea de defensa a más de veinte metros de su propio mediocampo, dando espacio tanto al arranque de C. Ronaldo como a los lanzamientos largos de excelentes pasadores: Kroos, Modric y James Rodríguez.

Esta falta de presencia en una zona definitiva del campo hacía ver a Busquets constantemente superado por el ataque rival, cosa que en el esquema anterior era la excepción. Podría suponerse que es suicida jugar a la presión alta contra un equipo con semejante velocidad para salir al ataque. Mas aún si se tiene en cuenta que la defensa de Barcelona ha sido su punto débil desde la ida de Rafa Márquez y, más cerca en el tiempo, de Carles Puyol. Ya en 2011 un intermitente Arsenal jugó de la misma forma contra ellos, con lanzadores excelsos como Cesc Fabregas y Samir Nasri, y poco le faltó para sacar el resultado en el Camp Nou tras una victoria 2-1 en Londres. La defensa catalana había estado mucho menos expuesta en el pasado y ahora muestra cuánto trabajo les falta. Lo que se ha visto hasta ahora es que las nuevas incorporaciones no terminan de gustar a la afición local y tampoco le dan al entrenador el material que necesita para defender de forma apropiada.

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El Manchester City nuevamente se muestra como un equipo débil en las competiciones europeas y corre el riesgo de salir tempranamente de la Liga de Campeones. El equipo que ha dominado la liga inglesa no logra plantear estrategias efectivas cuando sale de las islas y mostrar las mismas cualidades que le dieron relevancia después de 44 años sin trofeos (sin olvidar el bache del rival de patio, del Chelsea y la constante autodestrucción del Arsenal). Un equipo repleto de figuras con talento que es incapaz de ganar de forma convincente fuera de Inglaterra.
¿Qué le hace falta a este equipo y al PSG para terminar la tarea que sus dueños se han propuesto? La misma que se propuso Abramovich hace ya 11 años y que recién se cumplió hace un par -con un DT interino-.

Los románticos diremos que los trofeos no se compran. El Manchester City le ha costado ya más de mil millones de euros(1) a su dueño y eso no se ha visto reflejado en ventas de jugadores o trofeos continentales. Ha ganado un par de veces la liga y otros trofeos locales, lo cual es seguramente una mejoría para un equipo que rondaba tercera división en el cambio de siglo. Ahora mismo enfrentan una racha de malos resultados (cuatro juegos realmente malos y una victoria contra el Tottenham) que mantiene a muchos expectantes sobre la paciencia de los dueños y sus chequeras. Dificilmente pondrán en riesgo el proyecto que tienen a largo plazo pero se han visto casos...

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El Chelsea está mostrando lo efectivo que puede ser ahora, en tiempos del FFP impuesto por UEFA, el hacer outsourcing de las fuerzas básicas. Durante la ventana de transferencias previa al inicio de esta temporada, se sabía de 26 jugadores profesionales en préstamo a varios equipos de Europa. Estos aparecen como subsidiarios del Chelsea que a su vez fortalece su red de reclutadores buscando nuevos prospectos, sabiendo que no estarán en su nómina (no cuestan) e igual no estarán disponibles para equipos rivales si se convierten en jugadores relevantes. Ya este año añadieron al Beksitas como nuevo equipo asociado.
¿Vale la pena hablar de una revisión a las normas recien estrenadas para cerrar estos nuevos resquicios legales? Qué tan lejos está esto de ser lo que hace Red Bull con el Rb Leipzig?


(1) En este post se hace un análisis detallado de lo que ha gastado el Sheihk Mansour a 2011. Hay que incluir el costo de comprar el equipo, las nuevas instalaciones para entrenar y los planes para fortalecer las fuerzas básicas.

Disease-free

Rayones en cuneiforme

Tener buena memoria es una carga y es inútil en la interacción social.

Es inútil hablar de aquella conversación graciosa con esa persona que no lo recuerda. No sirve para nada intentar crear un chiste interno con alguien que no recuerda el contexto del mismo. Es uno quien recuerda todo siempre.

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Tener buena memoria es de utilidad en las interacciones sociales y ayuda a vivir mejor.

Siempre se recuerdan las fechas importantes y se planean sorpresas con anticipación. Siempre se dan regalos que uno sabe que gustarán porque se recuerdan esos detalles de conversaciones pasadas. Se puede reír uno solo al recordar alguna situación al azar, una divertida y feliz. Es más fácil recordar en qué nos equivocamos antes para hacerlo mejor la próxima vez.

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Sufro de buena memoria. Cuando haga referencia a algo que no entiendan, seguro es alguna referencia oscura a alguna situación pasada.

octubre 29, 2014

Refugee

Farewell

La ilusión de refugio.

Las personas la llaman de formas diferentes, todo el tiempo. "El hogar es una persona". "Seamos el hogar de alguien".

A medida que uno crece, la ilusión de refugio se hace más importante porque normalmente nos sentimos más desprotegidos a medida que crecemos. Sentir que alguien ES nuestro refugio nos da seguridad y paz cuando podemos quedarnos ahí dentro de un abrazo suyo.

Vivamos la ilusión de refugio.

octubre 28, 2014

Reflektor

Fist

Una que otra vez suelen surgir en mi cabeza algunos recuerdos de momentos en los que me he sorprendido a mí mismo. Momentos en los que he llegado a creer que hay todo un sector inexplorado de mí, el lado oscuro de la luna alejado de la observación cotidiana. Me gustaría hacer un recuento para recordarlos más fácil la próxima vez que los use en alguna conversación.

1

Un día en clase de inglés en el colegio durante los primeros años. Ocho o nueve de la mañana. El profesor, Jorge Urrego, era además el jefe de salón. Un señor en medio de sus treintas con el pelo negro corto y un bigote profuso. La actividad del día era seguir instrucciones; primero en entenderla la sigue y explica qué entendió. Lleve ésto, traiga lo otro. De repente, nos mira y sonríe antes de decirnos que la siguiente instrucción es difícil. Dice algo que deja a todos mirando al frente y tratando de entender. Yo no creo haber entendido pero el lado inexplorado levanta una de mis manos, luego se pone de pie y camina hacia uno de los grandes ventanales. Mira a la calle, al cerro el cable, sonríe y luego vuelve en calma a su asiento. El profesor me felicita

La instrucción era levantarse de su asiento, ir a la ventana y ver a la calle por dos minutos. Recordé este incidente idiomático cuando, al comprarle sanduchitos y jugo a un pakistaní en Londres, me dijo cuánto costaba todo y conscientemente no le entendí un carajo, mientras que escuchaba al lado oscuro decirme que eran doce libras y veintidós centavos.

2

Nevado de Santa Isabel. Un grupo corto de caminantes, dividido en dos cordadas de cinco. Llegamos a la cumbre del nevado recién pasó el mediodía y estuvimos disfrutando nuestro logro por casi una hora. La inexperiencia nos llevó a descender sobre nieve a medio derretir por el sol y hielo mojado. Mi cordada llevaba al frente tres pobres no iniciados en la montaña hasta aquel día. Delante mío iba mi amigo de muchos años (que ya han sido muchos más), un fornido hijo de la cordillera central que me lleva diez centímetros de altura y treinta kilogramos de peso.
A medida que avanzaban, comenzaron a perder el poco equilibrio que tenían. Caía uno, caían dos, los demás deteníamos su caída. Hasta que vi que no iba a ser más nosotros. Una de las últimas pendientes tenía más hielo del que recordábamos y comenzaron a caer uno a uno. Apoyé el cuerpo en los crampones clavados hasta la punta de la bota, el piolet, los codos y las rodillas. Cuando mi amigo resbaló y sentí el tirón, sé que grité mucho. Como el grito del atleta al lanzar el martillo o el disco. Al final del esfuerzo, había detenido la caída de los otros cuatro.

Sé que diez metros más abajo caímos todos y casi me mato contra las rocas de la morrena. Pero no pasó y me quedó el recuerdo de lo mucho que puede hacer este cuerpo que no entiendo del todo. Eso y los duelos futboleros que ganaba a pesar de la constante desventaja.

3

El día que reservé una habitación, un pasaje de avión y di el primer paso. Sí, faltaron algunos pasos más entre el cuarto y el decimo quinto que no dejaron más remedio que un mal final. Pero ese primer paso...

4

En clase de Alemán, ya en la universidad. Desde la primera clase elijo tomar apuntes en inglés para no traducir sin más. La profesora Ángela, embarazada, deja que sus asistentes dicten clase mientras ella las evalúa. De paso, me ve tomar apuntes y comienza a preguntarme algo. Después de tres intentos, alguien junto a ella me repite la pregunta y ahí logro entender. Me preguntaban en perfecto español si estudiaba idiomas con énfasis en inglés o algo así. Y no, soy ingeniero, un ingeniero que por un instante no entendía cuando le hablaban en español.

En esa misma clase me dieron por sociólogo, filósofo y antropólogo. Pinta de ingeniero como que no tengo.


octubre 25, 2014

Baden

Cuando va al baño, el tipo que no tenía el pipí pequeño puede encontrarse en una de varias situaciones molestas o incómodas. Todas suelen estar relacionadas con la forma o disposición del sanitario.
El tipo va a encontrar que los sanitarios ovalados son mucho más comodos que los redondos. En los redondos, sobre todo de sitios públicos, el tipo puede verse sosteniendo el pipí con la mano para que no quede apoyado sobre algún resquicio amarillento o de limpieza dudosa. Los ovalados dan libertad, incluso cuando se necesita defecar u orinar cuando se está saliendo todavía de una erección.
Otro problema que puede encontrar es que el nivel del agua y en general, el espacio entre las piernas y el agua es insuficiente. El pipí cuelga y toca el agua. De nuevo, las ideas sobre el agua mezclada con desechos y la pobreza en la limpieza dan vueltas en la cabeza del pobre tipo. De nuevo se sostiene el pipí con una mano y lo tuerce un poco para que no toque el agua ni los bordes, sin que deje de apuntar hacia abajo. Para quienes dicen que a los hombres no les toca hacer maromas al ir al baño.
Si se usa un orinal, puede caer en el escenario de la comparación que se mencionó en el post sobre el gimnasio. El tipo de al lado que ojea y compara. Sobre todo en esos que parecen abrevadero y no hay un panel separando a cada usuario. 
Sanitarios ovalados, muchos sanitarios ovalados en tu vida. Es lo que le deseamos al tipo que no tenía el pipí pequeño.

octubre 24, 2014

Intercourse

La intimidad, la vulnerabilidad, la exposición. Todo eso se presenta en simultáneo al tipo que no tenía el pipí pequeño cuando se hace sexualmente activo. Como a todos los demás.
Las comparaciones de adolescentes y esas exploraciones que van de lo curious a lo bi-curious, esas puede que le calmen un poco la ansiedad por la reacción ajena. Ajá, que «si no es tan pequeño de pronto no sale tan mal».
Si ha sido consumidor habitual de pornografía, puede que albergue más dudas al construir sus expectativas alrededor de escenarios irreales y tamaños inusuales, dos desviaciones estandar por encima de la media. Sus primeras parejas sexuales pueden decirle que ese no va a ser un problema e igual va a seguir dudando hasta que pase el tiempo y la muestra de opiniones se haga estadísticamente significativa.
En los últimos años, Internet se ha llenado de sitios en los que una y otra vez, los mismos preguntan las mismas preguntas sobre lo importante que es o no es el tamaño del pipí. Como todos los demás, el tipo que no tenía el pipí pequeño pasa por experiencias y descubrimientos. Que el foreplay, que es útil “leer” y entender la forma como se mueve la pareja, que las cérvix adoloridas hacen menos frecuente el sexo y nadie quiere eso… como a todos los demás, a este tipo le toma tiempo aprender y vivir a plenitud el sexo con su cuerpo.
Puede terminar creando inner jokes con la pareja de turno sobre la longitud de su pipí comparada con su propia estatura. Es que puede ser más del 11 por ciento. Suena significativo y todo. Puede reírse de sus problemas con la ropa interior, los pantalones y los gimnasios. Algo divertido tendrá tanta complicación, seguro. Todo para hacer más distendida la vida sexual.
En la era de BigData donde recoger muchísimos datos se vuelve la bala de plata, los datos que proveen los fabricantes de condones y otros estudios de larga duración dan a entender que el 95% de los pipís son “normales” y su longitud / grosor no se aleja demasiado de la media. Ni siquiera esto parece calmar la ansiedad de unos y otros. A este tipo en particular, una que otra vez le dirán que se lo crea, que de verdad no tiene el pipí pequeño.

octubre 23, 2014

Trousers

Ya hablamos de lo problemática que puede ser la ropa interior para un tipo que no tenga el pipí pequeño. Ahora podemos revisar lo que pasa con el pantalón.
Si la ropa interior no mantiene las cosas en su lugar, cualquier pantalón es incómodo. Ciertos materiales como la pana y el dril son particularmente incómodos en esas situaciones porque los roces inesperados suelen traer consigo mucho dolor.
Ya superado lo de las cosas en su lugar, viene el problema del espacio disponible. Cierto tipo de pantalones da poco espacio y aprieta. Otros tantos no son incómodos pero el corte hace ver al tipo como Freddie Mercury. No importa si lo acomoda hacia un lado, hacia arriba, hacia el otro lado. Sólo le queda andar con una mano en el bolsillo para justificar el bulto. O presumir, claro. Siempre puede presumir, si es que necesita subirse el ego de alguna forma.
Si el tipo es gordo, es posible que la panza y lo voluminoso equilibren todo visualmente. Si es flaco, usar jeans ajustados suele llamar más la atención cuando se está sentado. Cuestión de equilibrio.
Miradas furtivas en el trabajo o en la calle, comentarios burlones del estilo «se le ve como a Cell en Dragon Ball» y otros más amables «tranquilo que a veces se ve normal». Todo eso le pasa al tipo que no tenía el pipí pequeño.

octubre 22, 2014

Gym

Es posible que las situaciones más peculiares por las que pase un tipo que no tenga el pipí pequeño, se den en ese espacio que denominamos gimnasio.
Si el colegio en el que estudia siendo adolescente ofrece esos espacios, será el lugar de las comparaciones (y los comentarios de los demás). Si estudia en un colegio masculino incluso sin gimnasio, las comparaciones tendrán lugar en algún salón de clase. Si el tipo es extrovertido, participará de las jugarretas y de las burlas. Si no lo es, mostrará desinterés por la escasez o abundancia ajena. Igual, esto es lo que pasa normalmente y hace parte de las cosas que nunca se comentan en casa.
Ya en edad adulta, existen varios caminos que llevan al tipo al gimnasio. Sin importar cuál sea, siempre pasa por momentos que pueden resultar curiosos o incómodos según se vea.
Uno es el exámen médico inicial. Aparte de las medidas de flexibilidad, peso, grasa corporal y tantas otras cosas, el tipo puede encontrarse con que el médico le muestre una serie de ilustraciones y le pregunte “¿a cuál se parece usted?”
Claro, son varios tipos de pipís y uno presume que tienen relación con el estado de desarrollo del individuo. Pero todas las ilustraciones tienen el pipí tan pequeño como el escroto o más pequeño. La seriedad de la situación evita que el tipo que no tiene el pipí pequeño responda «no me identifico con ningún dibujo», así sea cierto. Elegirá alguno al azar, uno que no se vea tan raro.
La otra situación es encontrar ropa cómoda para hacer ejercicio y que a su vez, mantenga todo en su lugar. Los bóxer ajustados con algún porcentaje de spandex suelen hacer bien el trabajo. Para que no se vea ningún bulto, el tipo que no tiene el pipí pequeño recurre a pantalones de sudadera holgados y de forma difusa. Porque todos sabemos que presumir porque no se tiene el pipí pequeño es señal de inseguridad.
No sabemos si el tipo que no tiene el pipí pequeño caiga en las comparaciones estando en las duchas del gimnasio. Las mismas que se daban en la adolescencia. Uno nunca termina de crecer así que suponemos que sí, que la gente se seguirá comparando.

octubre 21, 2014

Magnum

Un tipo cualquiera que no tuviese como fenotipo un pipí pequeño. Que por puro azar viviese en Colombia.
Uno de sus primeros problemas habría sido, con seguridad, enfrentarse a la ropa interior regalada por padres, tíos y hermanos. Las cajas de calzoncillos Magnum por tres o cinco unidades. Esas que proveían un corte a modo de bragueta tan inútil como incómodo -porque nunca se sacaba el pipí por allí para orinar, que al no ser un pipí pequeño esa tarea era incómoda y requería desabotonar el pantalón, derrotando el propósito mismo de esa bragueta interior-.
Y era incómodo porque podía jugarle una mala pasada en situaciones inesperadas. Si de casualidad el pipí se extraviara en algún pliegue por allí o en la peligrosa orilla inferior, podía terminar teniendo una inesperada erección dolorosa en un ángulo antinatural. (Inesperada, sí. A todos, pipí pequeño o no, les pasa)
Súmenle que, para este tipo que no tenía el pipí pequeño, estos engendros en el punto medio entre una tanga y un bóxer nunca son capaces de proveer el soporte necesario. Puede sonar divertido, pero si la punta del pipí sobresale por encima del borde superior de esos calzoncillos slips (y lo hace), los jeans y otros materiales suelen ser poco amables con una zona tan sensible. Si se hace algún deporte, estos slips terminan dejando escurrir por un lado el pipí y se hace imposible correr o saltar con un pipí que va de un lado a otro.
Una gran decisión en la vida de este sujeto seguro fue el explorar el mercado para encontrar el soporte necesario, sin necesidad de aditamentos engorrosos. Un bóxer de algodón que no sea holgado, que mantenga todo en su lugar. Esa es la primera sensación de libertad para el tipo que no tenía el pipí pequeño.

octubre 15, 2014

Street smart

El cerro

Caminar una ciudad es la forma natural de saber a qué huele.

Caminar sin los prejuicios ajenos. Sin recomendaciones. Reconociendo olores y viendo caras. Acudiendo más a los recuerdos (si los hay) que a las quejas ajenas. Conocer cómo vive la ciudad.

Si uno va a Medellín y recorre el paseo Carabobo con sus alrededores bien puede discurrir entre paseos comerciales en los que el comercio informal es ley, llenos de gente que va a encontrar allá cualquier cosa.
El centro comercial, grande o pequeño, es una figura extraña. En el caso de los más pequeños, pretende darle legitimidad al comercio informal que antes estaba apostado en la calle. Se supone que también les da un espacio más digno en el cual trabajar. Además, le da a las personas un espacio más por el cual caminar sin pensar que están en la calle. Como todos los demás centros comerciales, en los que la gente camina y camina sin pensar que están cerca del tráfico, del crimen y del peligro. Incluso en el paseo comercial más humilde, hay un vigilante que justifica su sueldo sacando de allí al vendedor de chicles ocasional. Aun así, las telas de colores siguen tendidas en el piso a los lados del paseo Carabobo llenas de objetos a la venta, mientras pasan entre ellas los vendedores de avena fría y jugos de fruta.

Eventualmente se llega a una cicatriz de la ciudad, un paso de la línea B del metro. La estación San Antonio está a la izquierda como un monolito monumental y a nivel del piso sólo se ve más gente, más vendedores de mango y jugos, buses coloridos. A la derecha, el inicio de otro paseo comercial, mucho menos ceñido a las normas.
Caminas por él y ves una cantidad increible de movimiento. La calle está abarrotada de puestos de venta como toldos hechizos. Caminas en zigzag porque las tiendas tampoco tienen un tamaño estándar. El Palacio Municipal te tira hacia el occidente más adelante y sigues caminando.
Vas a dar a una calle sucia, que creo es la Cundinamarca, en la que venden salpicón y media cuadra más adelante, cruzas entre putas variopintas. Muchas. Los choferes de bus paran a comer y la gente deambula por allí.

Llega uno a la esquina del parque Berrío, pasando entre varios muchachos que seguro viven de rebuscarla entre las prostitutas, sus clientes y los choferes de bus. Te piden monedas mientras tratan de ver quién eres, hablas con ellos y sigues tu camino.

¿Alguien recuerda el hotel Veracruz? Creo que quedaba a unas cuadras del hotel Nutibara, por la carrera 50 al norte pero ya no estoy seguro. No lo encontré. Las calles estrechas, los andenes minúsculos, los comercios infinitos, eso sí se consigue aquí. De hecho, creo que todo se resuelve aquí, para todo hay tienda. Un par de calles más y llegas a un paradero no demarcado en el que se consigue ruta de bus a cualquier lugar de Medellín. Más venta de salpicón para el calor. Basura por todas partes.

Si vuelves hacia el hotel Nutibara, vuelves a ver esa esquina que no encaja en lo absoluto. Casi que es más silenciosa, como una burbuja. Sólo tienes que cruzar la calle para acercarte a la estación del metro y su bullicio.

Uno puede caminar de nuevo hacia el sur e irse a sentar frente a La Alpujarra. Ver muchachos salir de la biblioteca, ver a otros sentarse en las incómodas bancas que hay justo en frente. Ver otros más sentarse en las bancas que hay entre los postes y los árboles del Parque de las Luces.

Si desde ahí te vas siguiendo la costra gris hasta la 33, ves más negocios que seguro se veían diferente antes de tener esa mierda gris en frente. Se ve mucho empleado caminando por ahí después de las 5. Los que salen camino a casa porque cogerán bus por la avenida El Poblado hasta Envigado o a alguno de esos barrios que hay arriba de la Asomadera.



Todo eso se ve y se siente (incluso huele) lejano si uno camina un rato por El Poblado, Ciudad del Río, por la avenida El Poblado hasta más allá de La Frontera. Es otra ciudad. Un suburbio callado y deshabitado.  Una pulcritud idealizada que sólo se ofrece de forma concentrada, a cuentagotas. Una visión selectiva que descarta otras formas de vivir la ciudad.

Calle cualquiera

Recuerdo que en algún momento, llegué a ver a Medellín como un lugar de proyectos faraónicos, en los que se creaba un nuevo hotspot en la ciudad cada vez; se presionaba el gotero para dejar caer una poca de pulcritud. Aunque, si uno lo piensa, democratizar ese vivir bien puede que sea la única forma de dar a entender que compartir espacios comunes es el camino real a un vivir mejor. Queda la duda.

A pesar de lo grotesca que es su presencia en el centro, el Metro es la forma que tiene Medellín de unir su oferta a los visitantes. Y como tal, la hace más fácil de conocer para quienes no somos todavía street smart. Sé que hay sitios en los que todavía no iría solo a tomar fotos y conocer.

Queda el recuerdo de los olores.

Al menos hay gente de verdad

octubre 10, 2014

Coordinator

Otro cabezón

Esa noche, cuando llegamos al hostal, nos separamos y cada uno entró a su habitación. En la mía, además del chileno de apellido Riquelme, encontré un nuevo compañero profundamente dormido, roncando plácidamente en el camarote más cercano al baño. Cada ronquido era casi como un gruñido de guerra.

Como ya no era hora de encender la luz, me acomodé en mi cama y me puse los audífonos para poder dormir.

A la mañana siguiente, me levanté y pude ver con la primera luz que el nuevo compañero seguía durmiendo, sin roncar, con el largo pelo negro cubriéndole la cara. Más adelante, mientras preparábamos los pancakes, el compañero de pelo largo llegó a la cocina. No medía más de 1.70 y efectivamente lucía un largo, liso y brillante pelo negro. Rasgos asiáticos y un bigote poco llamativo. Llevaba un traje gris, camisa blanca y una corbata oscura, plana. Llevaba consigo un portafolios negro y maltrecho que dejaba ver el abuso que había sufrido.

En principio no se acercó. Había otra persona en la cocina además de nosotros dos y con ella habló brevemente. Esa persona se fue poco después y él no tardó mucho en acercarse y comenzar alguna conversación casual. La masa de los pancakes, la fruta, dónde están los platos, hace cuánto están en la ciudad.

Sonaba la radio pero nadie estaba prestando atención. Me sorprendí a mí mismo llevando la conversación con fluidez y conociendo a este señor, estadounidense y que creo que se llamaba Jim, conociendo sus quehaceres. Era un coordinador regional en la costa este para grupos de vigilancia y protesta. Viajaba por la costa este reuniendose con los grupos de cada ciudad. Se tomaba muy en serio su quehacer, como debía ser.
-Ustedes saben, estas multinacionales que todo lo quieren dominar- comentó al hablar de aquellos a los que enfrentaba cada día. Éramos jóvenes en un hostal, así que asumió que comprendíamos todos los matices de su lucha.

Salió a su reunión y no volví a verlo. Seguro ese día salió rumbo a otra ciudad. A otra lucha. Otro día.

octubre 06, 2014

Transatlántico

Junkers Ju 52/3m

Yo me pregunto cómo la pasarían esas personas que cruzaban el Atlántico en un barco y se gastaban ahí unas semanas de su vida, entre la litera y el olor a agua salada. ¿Será que preparaban temas de conversación para las dos semanas? Porque salga uno con alguien por cinco días y al cuarto ya están mirando al techo; ya no hay de qué hablar. Imagínense estar dos semanas con las mismas personas y no tener nada reciente que contar porque todos están en la misma historia.

Según este sitio (a cinco de octubre de 2014) uno podía estar entre una y dos semanas viajando por el mar. Podía ser un viaje de negocios, una visita familiar. El tiempo que muchos oficinistas tienen hoy disponible como vacaciones cada año, era el tiempo del viaje de ida hace ciento ochenta años. Cuántos niños se habrán engendrado en ese desocupe tremendo, en un barco por tantos días a punta de libros, atardeceres y un cuarteto de cuerdas si uno tenía plata. ¿Habrá entrevistas donde la gente hable del sexo durante las travesías transatlánticas? Pichar mecidos por las olas.

En los viajes de ahora tenemos un par de comidas "reales" y tentempiés. Un helado si es de noche, un emparedado si es de día. No alcanzamos a ver un atardecer y un amanecer en el mismo vuelo mientras pasamos por encima del AF447. Vemos tres películas, comemos, dormimos, estiramos las piernas, miramos con ansiedad el mapa con la ubicación actual de nuestro avión y ya está, llegamos a nuestro destino.



Esos viajes dan para más que comer y domir, seguro. En uno me tocó mi primera conversación con mamá sobre el amor. Porque ella es muy cuidadosa y prefiere no preguntar mucho. Nada. Así pues, nos trepamos en el A340, sobrevolamos Venezuela, llegamos al mar donde no hay cómo salirse de alguna situación incómoda y ¡chan!, mamá se lanza a traer ese tema a la conversación entre la cena y la película de medianoche. -¿Y no has pensado en volver a salir con alguien?
No dejó que mi cara de sorpresa la detuviese. Por el contrario, siguió en lo que parecía algo muy pensado para no herir susceptibilidades. Que ya sabemos lo que pasó. Que igual no es bueno que andes solo por ahí; piensa en el futuro, porque no es bueno que te quedes solo después. Que no olvides a tu tía Soledad, la que se murió sola en esa casa de la 54 con caracas y la sacaron una semana después. Que no quiero que te quedes así. Piénsalo.

Y yo ahí, en medio del océano, sin tener cómo bajarme. Tampoco se puede cambiar de cubierta (cuando vayamos en A380, probamos). Siquiera fueron sólo diez horas. Pobrecito aquel que necesitó salirse de una conversación durante un viaje en barco de una semana.

octubre 03, 2014

Reducto

Puerta de tierra

Todos fuimos Cádiz algún día.

Un reducto entre marismas,
una fortaleza entre fango y ruinas
una última esperanza,
un comienzo en la batalla,
una ínsula península

Todos fuimos Cádiz algún día.

Un baluarte inesperado,
Un Dunquerque sin huída,
sin escape ni deshonra,
No un Termópilas suicida
gaetana fortaleza.

Todos fuimos Cádíz algún día.

Todos hemos tenido
la guerra en las pupilas,
visto la muestre desolada,
temido la esclavitud
la servidumbre

Todos fuimos Cádiz algún día.

Ya hemos visto agua retroceder
casi con temor, del poniente,
ya hemos dado la espalda esperando
el golpe artero de la ola galopante.

Todos hemos sido alguna vez una isla
y por suerte hemos encontrado siempre
algo en ella por qué luchar.
Ya llegará el momento
en el que ni Napoleón contra nosotros.

Lo más fresco

Recollection

Creo firmemente que la pregunta no es si todos se hacen existencialistas en algún punto de su vida sino cuándo lo hacen. El qué hacen con es...