mayo 30, 2013

On route

Llego a la parada donde me espera el bus. Un señor que se parece al negro-que-se-muere-primero-en-todas-las-películas me pregunta a qué estación de destino voy. Confirma que este es el bus correcto y me señala dónde debo dejar mi maleta.

Voy en el bus. En un asiento cerca a la mitad, junto a la ventana. Como no tengo compañero de silla, el asiento del pasillo también está disponible para mí. Primero pruebo sentarme mirando hacia la ventana, estirándome tanto como puedo sobre los dos asientos y recostando la nuca sobre el apoyacabezas. Ahí aprovecho para ver el amanecer a través del cielo nublado, grisáceo. Veo pasar campos verdes y marrones, árboles desnudos y, tras una media hora, un arco de fútbol en medio de la nada. -¡Al fin civilización! (Lo digo montado en un bus a toda velocidad, por una moderna autopista).

Llueve y eso sólo le añade gotas y salpicaduras al recorrido. Camiones que dicen llevar comida, ninguno llevando gallinas como los había visto en otra vida. Unos pocos automóviles, todos con uno o dos pasajeros. Ninguna familia viaja tan temprano.

Luego de un rato viendo pasar el mundo, cambio de posición. Es decir, me siento igual pero mirando hacia el pasillo del bus. Veo que en las sillas del otro lado del pasillo viaja una muchacha que parece haber hecho el mismo trayecto antes. Tendrá tal vez unos treinta, treinta y cinco años cuando mucho. Se arropa con una cobija delgada y está recostada en la misma posición que yo; cambia luego para mirar hacia la ventana (y se revisa constantemente para que el pantalón no deje al descubierto su ropa interior).

Me duermo.

Al rato abro los ojos de nuevo. Instintivamente miro hacia atrás, por la ventana, encontrando a lo lejos una torre horrenda que me da idea de dónde estoy. Me tranquilizo porque sé que aún quedan al menos quince minutos de viaje. Miro al otro lado del pasillo. Ella me sonríe como pensando que me despertó con sólo pensarlo y ya no tiene que hablarme. O que tal vez perdió su oportunidad. Ya entramos a la ciudad y pasamos entre altos edificios y viejas iglesias. Ella guarda su cobija, se prepara y se arregla el cuello de la blusa, lo que me da a entender que nos acercamos al final del viaje. Sigo su ejemplo y justo cuando me termino de anudar la bufanda, el conductor anuncia que hemos llegado a destino. Ella se baja primero y se va. Yo me bajo y busco un café caliente. Encuentro un puesto junto a la estación, atendido por italianos. Veo a obreros luchar con el clima para mantener en pie un cartel que anuncia su presencia allí.

La llovizna me cae de frente en la cara. Busco refugio en la estación. Termino el café.

*

Me despierto, abro los ojos y recuerdo de nuevo lo lejos que estoy de ser cualquier cosa que hubiese querido llegar a ser. Soy un vacío, esa espera mientras sientes caer la primera gota de café a través de la rendija de la tapa (en esos vasos que ofrecen hoy, tan útiles para quienes van de paso).

mayo 14, 2013

Technical reminder (20130514)

Contexto: Se compra un disco duro nuevo, se daña una instalación de Windows más allá de cualquier reparación posible; cualquiera sea la justificación, tenemos archivos en un disco con permisos de usuario efectivos para usuarios no existentes.

Problema: Al explorar archivos de un disco duro "disponible previamente" en una instalación anterior de Windows 7, es posible encontrarnos con restricciones de seguridad que nos impiden modificar o eliminar los archivos. Si es una estructura de directorios y subdirectorios compleja, cambiar los permisos de todos los directorios se hace dispendioso.

Solución: Iniciar la consola ("Símbolo del sistema"). Importante iniciar como Administrador, haciendo clic derecho en el icono y seleccionando la opción correspondiente en el menú contextual. En la consola, usar este par de comandos:


  • C:\>takeown /f D:\path\to\directory /r /d S
  • C:\>icacls D:\path\to\directory /grant [usuario_a_autorizar]:F /t
El primer comando cambia el usuario propietario de los archivos. La opción /r lo hace recursivo en subdirectorios y la opción /d configura una respuesta estándar a las preguntas interactivas del tipo «¿está seguro?». En español se usa S, en inglés Y.
El segundo comando modifica los permisos (ACL) sobre el directorio seleccionado y en este caso añade a nuestro_usuario en la lista de usuarios con privilegios. El modificador :F indica que se le otorga Full access. La opción /t lo hace recursivo.

Uso unidades diferentes en el ejemplo (ubicado en C, trabaja sobre D) para mostrar que es posible modificar permisos en unidades diferentes.

Más información sobre los comandos usados: takeown y icacls.

mayo 09, 2013

Pitch

Supongo que esto de no tener un norte, un dueño, es lo más parecido que se puede ser a un ronin.

Hoy sólo tengo muchas ganas de morirme.

mayo 08, 2013

сварливый

Cuando me enojo, cuando estoy realmente enojado, las ideas se disipan rápido. Reviso ideas y argumentos una y otra vez. No grito ni digo malas palabras; hablo un poco más despacio para que cada palabra que digo se entienda. Todo me produce fastidio, me siento fatigado constantemente y respondo con monosílabos.
Cuando me enojo, la cosa empeora si me repiten preguntas o instrucciones, si me dicen qué hacer en situaciones triviales o evidentes como si no supiese yo hacer nada en la vida.

Si me enojo con alguien y la persona insiste en decir o hacer cosas que me enojan (reclamos injustos o insultos), hay un momento en el que siento un leve clic en la cabeza y pareciese que se rompiera un dique, que una tranca cediera o que una puerta se abriera de repente. Todo asomo de control o compostura se pierde y dejo de medir la sinceridad o la prudencia en las respuestas. Si con esa persona usamos malas palabras entonces fluyen los reclamos directos incluyendo malas palabras. Si no las usamos, me quedo en lo franco y directo. Si me interrumpen mientras hablo, me callo y miro muy mal.

Si el enojo es con alguien y me responde después de las quejas y los regaños, espero que como mínimo ofrezca algún argumento. Si supone cosas mías o generaliza cosas que he hecho una o dos veces, me frustro y peleo aún más. Por los problemas de forma y porque me molesta que supongan en vez de preguntar. Siempre pueden preguntar.

Desde que descubrí aquel clic, como si fuera un punto de contacto del embrague al hacer un cambio de velocidad, trato de evitarlo y escucho con calma. Trato de enojarme menos. Si es la otra persona la que grita mucho, me aburro y me quedo por fuera de la conversación.

Con el tiempo me he ablandado. Además, dentro de la idea general de exponerme un poco más para vivir las cosas a plenitud, procuro entender la situación antes que reaccionar a ella. Lo que no quita que a veces no lo logre y termine dejando salir los sentimientos de formas inusuales. Desfigurando usuarios y cuentas en redes sociales, borrando cosas viejas, releyendo el blog, desconectándome de todo.

Pero siempre pasa. Soy alfa antes que bravo. Soy Nelson Andrés antes que alfabravo. Ahí vamos, tratando de aprender de los errores.

Lo más fresco

Recollection

Creo firmemente que la pregunta no es si todos se hacen existencialistas en algún punto de su vida sino cuándo lo hacen. El qué hacen con es...