junio 30, 2014

Please, please, please.

Me. Just me.


Please. Just fucking fuck off.

On defeat

The ball is not cleared

El buen general Entrescu nos decía en un post que, en algunos casos, no duele perder. No se siente insatisfactorio el resultado cuando se ha estado cerca de algo más o cuando se sabe que se recibe la derrota debido a errores propios y a virtudes del oponente.

Mientras más lo pienso, más seguro estoy de estar en desacuerdo con esa idea. Cuando uno es superado ampliamente por el equipo contrario, es consciente de las diferencias. Comienza a revisar, jugada a jugada, lo que le permitió al rival hacer goles y jugadas. Uno lo acepta, con enojo pero con certeza. Uno SABE que ese debía ser el resultado, que si jugaban cien veces ese partido lo perderían en 99 y lo empatarían heroicamente alguna vez. No había cómo.

Cuando se pierde por poco, por una jugada aislada, el pensamiento va por lo que se hizo mal en esa única jugada. Qué posición debíamos ocupar para evitarlo, quién perdió la marca, quién aflojó en ese duelo por el balón. Se parece a una tusa. Se queda uno dándole vueltas por mucho más tiempo. Para hacerlo más difícil (como la tusa), se le arriman los recuerdos de los goles fallados, de los pases errados, de las que sacó el arquero del otro equipo, de la falta de sincronización en los movimientos. Del que no vino hoy a jugar e hizo mucha falta en alguna posición.

Cuando se pierde por poco, no suele haber otro camino mas que convertirse en la zorra que echó a andar con desdén, diciéndose a sí misma que igual están muy verdes.

junio 28, 2014

Temporal

Verlos pasar

Algunos problemas pareciese que se resuelven simplemente dejando pasar el tiempo.

Mi portátil parecía tener la pantalla dañada hace seis o siete meses. Uno de esos daños que muestra líneas horizontales en la mitad de la pantalla y que se muestra todo el tiempo. Desarmé el portátil completamente y lo limpié de forma minuciosa. Lo armé casi que con cariño. Porque el último que había armado y desarmado sólo me inspiraba odio.
A pesar de todo el esfuerzo y el amor puesto en la tarea, el fallo continuó presentándose cada vez. Puede ser el chipset, puede ser el bus de datos. Un arreglo que costaría lo mismo que recibiría si lo vendo. Nada que hacer, lo guardé en un armario por cinco meses, envuelto en algún empaque de DHL.

Hace tres semanas lo llevé a revisar para saber cuánto podía costar. Por saber. Por seguir limpiando todo. No falló durante las dos semanas que lo probaron. Sigue sin fallar. Recuperé los archivos que importaban y borré todo lo demás. Instalé una versión derivada de Arch Linux y funciona de maravilla.


Espero que otras tantas cosas funcionen de la misma forma. Que pase el tiempo y luego, cuando pase a revisar, las cosas simplemente funcionen, palpiten y se muevan con naturalidad. Que ya no sangren cuando las muevo ni se quejen cuando doy algún mal paso.

Quiero volver a correr.

junio 20, 2014

La censura, el asco

Leía hoy este artículo sobre el pudor y la censura alrededor de la menstruación y pensaba en lo que lleva a las personas a mantener en la oscuridad todo lo que tiene que ver con la forma como funcionan sus cuerpos. La saliva, los mocos, los orines, la mierda, la sangre. Todo está ahí o aparece periódicamente como resultado de nuestra existencia. No seríamos como somos si no fuese por estas cosas que creemos poco dignas o simplemente odiosas. Nos da asco aquello que debería resultar más natural.

Es normal que nuestros sentidos nos indiquen que es mala idea comernos un bocado de mierda. Nos podemos enfermar. Hacen lo mismo con la comida rancia o podrida. Llevamos muchas generaciones en estas como para que el cuerpo de nuestra especie falle con algo tan simple. Sin embargo, es poco menos que infantil la sorna y la desaprobación que surge cuando alguien se limpia la nariz o cuando a una muchacha se le mancha el pantalón en la entrepierna, siendo que uno esperaría una identificación básica con esa persona si se parte de la premisa según la cual TODOS compartimos esos mínimos vitales. Todos tenemos nariz y mocos, todos los seres humanos con órganos sexuales femeninos menstrúan durante un período de su vida.
En pocas situaciones es más evidente el disgusto y el asco por lo que hace el propio cuerpo que durante el sexo. Los olores, los fluídos, el sudor, todo eso choca con la pulcritud que más de uno busca diariamente. No hay gel desinfectante que valga.
Es más frecuente que se interrumpa el sexo por el pudor de dejar ver y tocar la sangre durante la menstruación que por el problema real que puede significar el manchar las sábanas (y tener que lavarlas). Creo incluso que las parejas de estas mujeres coexisten y dan cabida a este pudor porque a todos nos inculcan ese mismo temor y la necesidad de no involucrarnos con esas «cosas sucias». Los chistes replican esa cotidianidad cuando usan la situación de la mujer que no puede tener sexo vaginal durante la menstruación. Es «lo normal».

¿Es usted un fascista de la salud? ¿Se preocupa constantemente por llenar sus manos de gel antibacterial? Piense en esto: La colonia de microorganismos que habita allí vuelve a su población habitual unos treinta o cuarenta minutos después de lavarse las manos, con o sin piedra pómez, con el jabón de avena o con el que dice acabar el 99.9% de los gérmenes. Son las especies poco habituales las que requieren que nos lavemos las manos después de defecar o tirar la basura, pero las que viven allí regularmente coexisten pacíficamente con nosotros.

Pienso que las mujeres deberían estar en la libertad de vivir y convivir con su cuerpo a plenitud. Sí, lo sé, los hombres también. Aceptémonos como somos, que harto trabajo le llevó al azar llegar a semejante construcción. Sudamos, producimos algo viscoso dentro de la nariz, sangramos, desechamos lo que no nos sirve. Así somos. Sudemos más, reconozcamos nuestra propia humanidad reflejada en el semejante que se come un moco despreocupadamente. Y bueno, dejen la bobada con el sexo durante la menstruación. Ofrézcanle ese nuevo espacio de libertad a su pareja. Liberación de la censura y el pudor innecesario.

Juan

Cuando comencé a ir a esa casa, la sensación en el ambiente era de prevención y desconfianza. Todas las personas allí sentían aprensión de compartir tiempo conmigo.

Excepto una persona. Juan. Él me saludó amablemente desde el primer día, así no recordara mi nombre fácilmente y otros tuviesen que recordárselo mientras me daba la mano. Él no sentía aprensión, sólo curiosidad. A medida que nos veíamos con más frecuencia, él ya recordaba mi nombre y me dejaba ver qué andaba haciendo cada vez. Me hacía partícipe de sus quehaceres.

Al cuarto o quinto saludo, Juan me recibió con un abrazo. Fue inesperado y fue muy especial. No me dijo nada, sólo me abrazó. Se sentía bien recibir cariño, así estuviese pensando que no había hecho mayor cosa para merecerlo. Le pregunté a una amiga por qué pudo Juan haber decidido hacer eso. Ella me dijo que Juan simplemente hacía cosas que quería hacer, que no se detenía en juicios y elaboraciones, en costumbres aceptadas y esas cosas. Que él vivía con sencillez y a plenitud sus emociones.

Juan siempre me demostró cariño y yo pude hacer lo mismo. Jugar y ver caricaturas juntos. Acompañarlo mientras almorzaba o mientras hacía alguna tarea. Pasarlo cargado a su cama cuando se quedaba dormido en algún otro lugar de la casa.

Las últimas veces que pasé por allí, él estaba ocupado en su habitación. No nos despedimos cuando llegó el momento de alejarse. Lo recuerdo con cariño. Espero que esté bien.

junio 04, 2014

YIKÁÍSDÁHÁ

Paseo Fernán Núñez

The way people connect ideas is always interesting for me to see. Even if I disagree.

I found this nice sequence called YIKÁÍSDÁHÁ, which, as stated by its author, can be understood either as Milky Way or that which awaits the dawn. The duality describes the nature of the word as well as its uses. It shows what could be someone watching or witnessing while using it. It holds all the information about itself.

It describes a way of living.

Lo más fresco

Recollection

Creo firmemente que la pregunta no es si todos se hacen existencialistas en algún punto de su vida sino cuándo lo hacen. El qué hacen con es...