Cuando estaba en el colegio llegué a preocupar a la psicóloga que estaba encargada de mi curso. En una de esas me puso a leer un libro más bien maluco: Uno, escrito por el mismo autor de Juan Salvador Gaviota. Era un libro sobre las infinitas posibilidades en el futuro de alguien según eligiese uno u otro camino. La analogía que eligió este señor fue ir en un hidroavión y amarizar en uno u otro punto de un océano infinito.
El libro es más bien ligero (eso recuerdo) y una sola idea sobrevivió hasta ahora como lo único que consideré relevante de aquella tarea que me dejaron. El protagonista llega al siguiente insight: Uno nunca debería ser incondicional con alguien. Uno se hace frío con alguien más cuando esa otra persona hace o deja de hacer cosas que lo motivan (daña, aburre, molesta, desconfía, irrespeta, aleja). Uno se hace cálido cuando ese alguien hace otras cosas (más o menos opuestas). La lealtad -como la venden normalmente- no resulta ser entonces nada más que ceguera y deshonestidad (con uno, con el otro).
Creo que después de ese tuve que comenzar a leer algo de Sartre para otra clase. Siquiera.
noviembre 24, 2016
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Lo más fresco
(To leave) behind
Ya hablábamos antes de cómo el dejar ir es un regalo. Bueno, ahora corresponde hablar de cómo eso es un regalo para uno mismo, a veces. Per...
-
Parce, podrán decir lo que quieran, pero cada vez que uno manda un pull request a un proyecto en el que no ha estado antes, eso se siente m...
-
Aquel que ha jugado videojuegos en alguna consola, habrá comprobado que parte de la esencia está en sostener el control con las dos manos pa...
-
Existe un momento para toda empresa de tecnología en el que -creería- su crecimiento le lleva a perder el horizonte de calidad e innovación ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario