(...) Se murió exactamente a las cuatro. Apenas hubo ese gran silencio, mi madre abrió la ventana "para que el alma pueda volar". Objetivamente, esa noche no fue desgarradora, pero es como si hubieran plantado una semilla que luego creció para transformarse en el dolor. La planta empezó a crecer durante el funeral bajo la forma de la vergüenza. Sentía la piedad de los demás: "Pobre, perdió a su padre". Luego, vino la furia contra mi hermano que estaba llorando. Mostraba su sufrimiento, yo no. Más tarde, vinieron el miedo de ya no estar protegido, la pena frente a la soledad de mi madre, el vacío... Las mil facetas del dolor. Fue entonces cuando sentí en mis entrañas esa laceración, esa desgarradura. Tenía doce años. Era el 18 de junio de 1948. Su muerte no fue el punto culminante de mi dolor, sino una bomba con efecto retardado.
Sophie Calle. Dolor Exquisito (fragmento)
Fue mi hermano, fue a los 14 años. Creo que a partir de ese momento, me parezco un poco más a él.
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