Resulta difícil de entender la indignación profunda que ha generado en ese reducido segmento de la población, el que se haya aprobado una ley predecible y anunciada en la que se reafirman tipos penales ya existentes, casi como si se tratara de hacer una plana o reescribir algo en una nueva página del cuaderno para recibir un sello de aprobación.
La ley aquí vive en el papel, sobre todo estas leyes que surgen como respuesta a acuerdos. El país internamente convive constantemente con la ilegalidad y tácitamente acepta conductas contrarias a lo que el Diario Oficial dispuso algún día. Porque aquí la Ley es excusa cuando los acuerdos tácitos de la calle se agotan, nada más.
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