marzo 23, 2020

Memorias de una hospitalización III

Uno de los grandes supuestos que hacen muchos durante los últimos cinco o seis años pasa por creer que con andar por ahí en bicicleta ya no necesitan al malvado petróleo. Que son uno con la pachamama y que pueden cantar las canciones de Pocahontas, el Rey León o Moana mientras hacen el saludo al sol, namasté.

Una de las cosas que más me llenó de desazón durante mi estadía en las clínicas fue comprobar de primerísima mano la enorme dependencia que tenemos del plástico para los tratamientos médicos contemporáneos. Sí, las mantas, sábanas y batas son de tela que lavan con ahínco, pero casi todo lo demás está como mínimo, cubierto de algún tipo de plástico.  No hay forma fácil de decirlo pero básicamente se botan bolsas y bolsas de insumos plásticos contaminados en bolsas que, se presume, serán incineradas.

Los colchones son colchonetas más o menos abullonadas (depende de la clínica) forradas en plástico para hacerlas fáciles de limpiar y que no se contamine el relleno con los fluidos de nosotros los pacientes. Las camas tienen cubierta plástica en todas las superficies que son susceptibles de ser manipuladas. Los equipos de diagnóstico tienen todos cubierta plástica para proteger los complejos mecanísmos y toda la electrónica que los hace funcionar. Las bolsas que contienen todos los fluídos que le ponen a uno adentro son de plástico. Los tubos que conectan las bolsas con las venas son plásticos. Las agujas con las que insertan esos pequeños hilos en las venas son metálicas y siempre son desechadas, pero el componente que se queda adentro infundiendo líquidos en las venas es plástico. Los catéteres que van hasta el corazoncito son plásticos. Las sillas de ruedas están recubiertas de plástico.

Es entonces que uno pasa por los procedimientos, invasivos y no invasivos, entendiendo que es necesario no tener nada metálico puesto. Las tomografías usan líquidos de contraste como bario y yodo que absorben la radiación, pero definitivamente se verían obstaculizadas por elementos metálicos. Las resonancias se practican con aparatos com campos magnéticos de hasta 3T (tres teslas). En general es mala idea recibir diagnósticos con cosas metálicas puestas o amarradas.

Igual, muchos dirán que es más difícil mantener los metales limpios, asépticos. Que es mejor desechar, cambiar las cánulas cada tres días y las curaciones del catéter cada siete. Lo que no muchos recuerdan es que sí hemos sacrificado soluciones simples porque no nos parecen bonitas: el cobre es antiséptico al contacto, está comprobado y sólo hace falta pasarle las manos al pasamanos para que queden con todos sus bichitos bien muertos. El problema pasa porque el cobre no se ve bonito sin un mantenimiento costoso en tiempo que, igual, no es necesario para matar bichos. El cobre puede ponerse verse y feúcho pero seguirá cumpliendo su tarea.

Sobre el resto, no soy lo suficientemente docto en materiales para saber cómo reemplazar tantísimas cosas plásticas. Por ahora, gracias Exxon-Mobil, GP y Shell por ayudar en mi proceso de recuperación.

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