enero 07, 2020

Cat stuff

Yo creo que todavía no entiendo la relación que los animales construyen con su entorno. Creía que entendía pero los gatos me han demostrado que no tengo ni idea, parce.

Los gatos son, en teoría, animales domesticados. Un combo al que le pareció buena idea ir detrás de nosotros porque siempre les dejamos comida y sitios calientes para dormir. Sin embargo, pareciera que nunca renunciaron a ser peludos independientes y con relaciones peculiares.

Veamos a mi gato Enzo, por ejemplo. El man es un gato tranquilo que ya aprendió a no buscar comida en la caneca. Ya sabe que siempre hay comida para gato en los lugares acordados, en los platos de siempre. Aún así, a veces busca comer de lo que yo le pueda dar o dejar. Preferiblemente pan. Se lleva bien con otros gatos y con otros humanos. El lado misterioso se lo vi cuando lo dejé socializar con la mata que tengo en casa, Josefina. El peludo resultó sacándole la maleza que le estaba creciendo al lado. No le mordió una sola hoja; sólo le desenterró los dos nacidos de maleza que tenía al lado y los dejó botados ahí al lado. A la mata veo que la huele, casi como si disfrutara el olor que tiene, esperando a que florezca.

Con los insectos es otra cosa. Él y Chloe, la gata, cazan a los insectos que osan internarse en el hogar. Moscas, zancudos, moscardones, todos corren la misma suerte ahora que ya aprendieron a cazar -antes se les escapaban todos pero soy buen instructor, supongo-. Hoy, por ejemplo, los bomberos llegaron frente al edificio, atendiendo el llamado de los vecinos en la casa de en frente. No entendíamos nada, mucho menos cuando pusieron una cinta para impedir el paso por la acera frente a la casa; luego entendimos todo cuando Enzo, el gato que creímos budista, comenzó a perseguir sin cuartel a un bicho grande, oscuro con rayas amarillas. Parecía que se le escapaba pero le metió un traque que lo sacó volando... hasta que decidió volver (o mandó a su primo más fuerte) y ahí fue que Enzo le dió par de traques y lo dejó K.O. en el piso, patas arriba. Se le quedó mirando, guardando distancia, como sabiendo que tocaba tener cuidado. Cuando don Nito, el gato lindo y peludo, se arrimó a mirar a quien yacía allí, el bicho saltó por su vida hacia la calle, intentando volar de nuevo.

Enzo había combatido con una o dos abejas africanizadas. A ambas las sacó a traques de la casa. Ahi fue que cerramos las ventanas mientras deciden establecerse en otra parte. Sospecho que los antepasados de estos peludos también pelearon con los insectos que podían incapacitarlos o hacerlos más débiles; en general los veo actuando como un tipo inusual de control de plagas (ya que por acá no se cuenta con la presencia de roodores). Lo de la relación con Josefina es lo que sigo sin entender pero sigo dejando que se le arrime a mirarla y olerla regularmente. Posiblemente sería feliz si tuviéramos un jardín con muchas matas.

2 comentarios:

Arturo Sanjuán dijo...

Lindo gaticuento. Pilas con las abejas que son alérgicos.

Alfabravo dijo...

@Arturo: Parce, la habría cascado yo si hubiese sabido que estaban en el árbol de en frente. Fue la pelea de Enzo la que me hizo caer en cuenta de todo, me han podido joder a mí y yo ni por enterado.

Lo más fresco

Following the White Rabbit

I’m just a south american on his late twenties, following Arsenal on a regular basis during the last fifteen years or so. There...