Soñé que trabajaba en un teatro ubicado justo frente a alguna sede de algo nazi. Recuerdo una obra algo extraña en la que se presentaba gente y gente disfrazada de algún cetáceo. Al ir tras bambalinas, miraba por una ventana y era de noche, era invierno y veía desfilar varios carros negros, todos muy alemanes de los años treinta, en los que seguro viajaban nazis en medio de la noche. No recuerdo por qué pero recuerdo que les temía, como si estuviese esperando que entraran al teatro.
Luego sé que estaba planeando un largo viaje hasta el sur de la ciudad, que debía hacer en dos trayectos y me tardaba un montón de tiempo en encontrar la ruta óptima. En alguna parte había un lugar llamado Roma. Un barrio, un edificio, una calle, no lo recuerdo. Recuerdo ver el mapa y pensar sobre si era mejor ir primero al otro lugar y de allí ir a Roma o viceversa. Recuerdo que llegamos a alguna conclusión sobre una tercera opción más sencilla, que no sé cuál pudo ser. Sé que el viaje iba a hacerlo con una compañera de la oficina, que no sé por qué necesitaba ir conmigo en ese viaje.
El viaje, extrañamente, debía hacerlo en medio de una árida Bogotá, opuesta al frío invierno del teatro.
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