octubre 10, 2016

Legacy drivers

Anoche fue mi último intento de usar Windows 10 como sistema operativo principal. Después de recorrer foros e intenar diferentes cambios, después de la mentada actualización maravillosa de aniversario, después de mil y un ajustes, sigue mostrándose la misma pantalla azul de forma aleatoria (ahora incluye un QR code que lleva a una página genérica donde hablan de qué es lo que sale en la pantalla azul).

El diagnóstico final es que el error se da por un comportamiento inesperado de algún controlador, presumo que el de la tarjeta de video, teniendo en cuenta que ahora Windows valida la firma de cada uno y les impone reglas muy estrictas para comprobar que son legítimos y no han sido modificados (¿cracks?). Es decir, mi problema parece estar en la forma como Windows valida que mi software sea legal. Como mi tarjeta de video, una que funcionaba perfectamente en el Windows 7 Ultimate que compré (!), tiene los años suficientes para que AMD no actualice más el controlador, estoy en una situación en la que el proveedor del sistema operativo presiona la obsolescencia programada de los dispositivos y sus componentes. Partes físicas que funcionan correctamente dejan de funcionar simplemente porque Microsoft no sabe con certeza si uso o no software legalmente adquirido e instalado. Incluso si es software gratuito que el proveedor del hardware acuerda entregar como parte de mi compra (la tarjeta).

Esta situación se parece a las bombas le ponen a las impresoras, que además de imprimir con sangre de unicornio virgen ahora se muestran como dañadas o en huelga hasta que les pongan un cartucho nuevo, sin recargar y de la marca correcta. Y en el fondo sé que es valido que Microsoft se preocupe por tratar de proveer un entorno en el que los que construyen software se sientan tranquilos vendiendo licencias sin el miedo de perder dinero. El problema está en que deba comprar partes nuevas, desechar las que todavía sirven, sólo para cuidar los intereses de los inversionistas de programas varios siendo que todo mi software es legal y estoy cumpliendo las reglas de juego que acordamos cuando compré la licencia. Todo el esfuerzo por cuidar el dinero de unos se transmite al usuario final, quien es el que termina perdiendo dinero. Siempre y cada vez.

Como me parece más trágico hacer basura que cuidar bolsillos ajenos, hasta aquí nos trajo el río con Windows. Habrá que ver cómo usar Adobe Lightroom en otro entorno o qué me invento. De resto, es seguro que no extrañaré nada.


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