Sé que ya había escrito acá sobre lo inútil que me parece esa exigencia solapada que se dirige a los excluidos para justificar el apoyo de los votantes (que suelen ser los que tienen privilegios suficientes para exigir que se trate a otros como ciudadanos de tercera) y de la sociedad civil (los ciudadanos de primera). No encontré el texto así que sólo queda repetirlo.
La política como entretenimiento pasó de ser una idea de Capusotto a ser un show elaborado, hecho para verse bajo la luz de reflectores y del flash mientras las negociaciones reales se siguen haciendo, como siempre, entre los mismos cuatro o cinco con poder real. Por ahora, la presunción de delincuencia que se endilga a los drogadictos guía el quehacer de quienes usan el presupuesto colectivo, reforzando la marginación y empujando a las víctimas a espacios cada vez más reducidos.
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