abril 21, 2020

Pausa

A veces no se entiende por qué aquí no pasa nada. Tiene que acabarse el mundo para que alguna cosa pase. Y aún así, casi no pasa nada. En otros lugares la gente ha tenido demasiado y simplemente no acepta nada más. Sale y busca cambiarlo porque es mejor que seguir aguantando lo que está sin más.

Lejos, en la memoria colectiva y en las obras de teatro, la Masacre de las Bananeras persiste pero se ve lejana, como si fuese el grunge, y apenas si se le oye. Nadie la siente como propia, mucho menos como parte de la propia historia y del propio ser. En general, la historia es inútil a menos que sirva para demostrarle a cualquier parroquiano lo equivocado que estaba (y ni así, que con historia falsa también lo logran).

Al final, incluso cuando las cosas parecen cambiar radicalmente, siguen igual con más ahínco. Por ejemplo, acá anunciaron en algún momento que íbamos camino al futuro de la energía limpia. Como siempre, surgen disputas y problemas con alguna comunidad, preferiblemente minoritaria y pobre, que termina siendo desplazada a las malas y con alguna promesa vaga de por medio. Al final, ni llega el futuro ni se cumplen las promesas. Una versión más desordenada, injusta y caótica del mismo pasado que, además, tampoco pareciera ser el futuro simple y deseable.

Ahora, en medio de esta gran pausa (de verdad, no como la hora del planeta), muchos esperan que las cosas cambien de verdad, ahora sí, imposible que no lo vean. Mueren miles de personas cada día por la misma causa. Aún así, la prioridad pasa por atender gente que se quedó por fuera de algún crucero sin que importe la salud y la vida de quienes más sufren y más se exponen. Los gobiernos siguen siendo como eran, sólo que la coyuntura actual los vuelve una reducción al absurdo permanente, junto con aquellos que los legitiman buscando pertenecer a algo, a cualquier cosa.

Hubo una pausa en esta gran comunidad, pero no hay ninguna señal de cambios duraderos, profundos y reales. Es como si a esta generación le faltaran más muertos para permitirse cambiar el sentido de su existencia por uno más allá de la tierra plana (sí, en minúscula) y las noticias del entretenimiento.

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