abril 14, 2020

Memorias de una hospitalización X

Una de las cosas que uno siempre puede hacer estando en la habitación de un hospital es dedicarse al ocio improductivo. Quiero decir, siempre que esté despierto y sin dolor (que es cuando lo duermen a uno). No hace falta bañarse, vestirse, pararse o sentarse para poder dedicarse a algo sin una finalidad.

Uno creería que no hace falta energía para seguir algo de forma más o menos pasiva, que si sólo hace falta ver y escuchar entonces no habrá cansancio ni esfuerzo. La realidad es bien diferente. Cuando estaba en recuperación de cirugía (las veinte horas posteriores a la cirugía) leí El Aleph del buen Borges. Así nada más, como si pudiese volver a hacer lo mismo de siempre sólo porque no me morí. Sin embargo, a partir del día siguiente el cuerpo pareció recalcular las posibilidades y la energía no daba para más de un par de páginas. No importaba si era Saramago o Asimov, la cabeza decidía apagarse y dormir después de diez minutos sin excepción.

¿Qué hace uno cuando prestar atención no es viable? Queda lo audiovisual -o al menos en mi caso fue así-. Ver fútbol cuando hay y eso pasa varios días a la semana. Sobre todo cuando no estamos todos encerrados en la casa. El fútbol es fácil de seguir, a menos que se sea hincha de Arsenal. Ahí se hace difícil como el trabajo de Sísifo, que tampoco puede hacer teletrabajo. Más allá de eso, uno puede elegir a quiénes ve jugar y a quiénes no. Ahí se van horas de ocio sin mucho problema.

Lo difícil son las horas en las que no hay deportes en la tele. Sé que yo veía algunas telenovelas cuando era niño para poderle contar a mi mamá lo que había pasado cada vez que ella debía trabajar en el turno de la tarde - noche. Así es la Informática en El Sistema: esclaviza por turnos. Tampoco veo noticieros ni nada parecido porque tampoco me entretiene y definitivamente no me informa. ¿Qué queda?

Si hay canales adicionales, probablemente encuentren alguno en el que pasen películas en la noche. Si están buscando algo a las nueve de la mañana -horario estelar de las televentas- o no hay canales adicionales, la opción que queda es acudir a la vieja confiable: YouTube.

Aquí es donde me dicen que también están las plataformas de streaming como Netflix, Hulu o Amazon Prime. Aquí les respondo que el elegir qué ver cae en la misma categoría de leer. Toca pensar y pensar da sueño cuando uno está enfermo. Volvemos a YouTube.

Andar con M. me ha dejado como hábito ver (o escuchar al menos) uno que otro canal de YouTube porque para ella es la fuente principal de entretenimiento cuando no está leyendo. La televisión por cable está sólo para que yo pueda ver a Arsenal. Como llevamos más de dos años andando, he tenido tiempo suficiente para explorar YouTube más allá del Delfín Quispe y la Tigresa del Oriente. Es que, si ustedes tienen más o menos mi edad, recordarán que YouTube se usaba para buscar eso hace diez o quince años. Memes, videos graciosos y copias piratas de cuanto video musical existía. A veces ni siquiera había video musical; con tener la canción deseada y cualquier secuencia o carátula bastaba. Las oficinas luchaban con este agujero negro de recursos porque cada individuo armaba su lista de vallenatos, bachatas, merengues o salsitas para oír mientras trabajaba, crucificando al que debía trabajar subiendo o bajando algún archivo nimio por entre todas esas notas musicales digitalizadas. Hoy, diez o quince años después, los artistas han logrado desplazar las versiones piratas y han surgido los intermediarios eficientes que les mantienen los perfiles con los videos en altísima calidad. Y seguimos peleando en las oficinas con los hijueputas que se comen la red oyendo música que podrían oír por Spotify gastando el diez por ciento de los recursos.

Si se sintieron aludidos: No están viendo el video, parce, no lo ven nunca, no pongan videos. La cantidad de información en un video es varias veces la cantidad requerida para una canción en mp3 o FLAC.

Lo que también hay -y ha habido- en YouTube son creadores de contenido propio. Unos más elaborados que otros: van de Nancy Risol que muestra lo que le nace compartir de su vida, a mafias como Badabum, donde hay un ejército de gente detrás de nombres conocidos que atraen a millones y lo hacen todo para vivir de los contenidos monetizados. Porque antes se hacía por mera diversión y ganas de compartir (como ha sido en cada sitio y red existente) y luego llegaron los publicistas a cagarse todo con su cochino dinero.

O no. Porque con el dinero llegó también la intención de varios de sacarle algo de provecho a sus gustos y vivirlos acompañados por quien quiera ir junto a ellos. Por eso hay gente jugando videojuegos y compartiéndolo, gente cocinando y compartiéndolo, gente jugando fútbol y compartiéndolo. Gente socializando en asíncrono. Por eso hay canales como Vox, donde hay gente jugándosela a contar historias en un formato que podría asimilarse al New Yorker, pero sin romperle el bolsillo a nadie. Así pues, pareciera que tanto peláo que llega a la casa a ver reseñas de juegos o simplemente partidas de cualquier Fortnite simplemente socializa de forma asíncrona, se deja contar historias sin afán como era antaño, sólo que por otro medio.

Mi entretenimiento ocioso e improductivo favorito sigue siendo el cine, seguido del futbolito -cuando hay-. Sin embargo, ya tengo más de una opción al lavar platos, barrer o sentarme a escribir un post aquí. Puedo ir al televisor y poner alguno de mis canales favoritos (¿mis youtubers favoritos? ¿Youtuber es el que publica o el que ve los videos?). Cuáles son mis canales favoritos, se preguntará usted. Pues bien, acá están listados los que veo más a menudo, sobre todo ahora que no hay futbolito y que no puede ir uno al centro a conseguir películas viejas a 3000 en DVD:
  • MaireWink, la Diosa del No Fracaso. Sufrí viendo el primer video que me mostró M. pero después entendí que no se trata de desear que logre hacerlo todo bien y triunfar. Lo importante es el camino y la diversión. Echarle ganas e intentarlo.
  • 8choPlay. Un español con pinta de youtuber estándar, con silla de gamer, audífonos de gamer y micrófono de cantante de reggaetón. Curador elegido (por mí) de TikTok, provee entretenimiento con juegos cutres e intentos de jugar CounterStrike o Fortnite sin mucha suerte.
  • Dinosaur vlogs. Historias, casos policiales con detalles e investigación. Si les gusta CSI o Investigation Discovery, les va a gustar este canal.
  • Vox. Como les conté, sobreviví a las noches sin sueño y a las mañanas con televentas gracias a los videos. Muchas veces eran estos videos cortos en los que cuentan historias del pasado desconocido, de comunidades y fronteras. Ñoñerías etnográficas.
  • PaulinaCocina. Recetas, muchísimas recetas y consejos muy útiles. No importa si saben mucho o poco de cocina.
  • Tri-line para encontrar conteos -escalafones- sobre cualquier cosa. Cualquier. Cosa.
  • NancyRisol. Vayan a verla.
  • TifoFootball. Historias de fútbol que no salen en los titulares, crónica animada.
  • Jaime Altozano. Trata de explicar, a veces sin éxito, por qué alguna composición musical es interesante y merece más atención.
  • Thiosol. No actualiza a menudo pero tiene un contenido amplio. Muestra con ejemplos cómo es cada elemento químico.
  • Veritasium junto a PhysicsGirl, It's okay to be smart y minutephysics hacen divulgación divertida. Para mí, pues.
Cuando hay más ánimo, nos aventuramos a probar algún canal nuevo relacionado. Unos muy famosos me aburren terriblemente y sólo me sirven como ruido blanco. Otros se convierten en bonitas sorpresas; son más gente socializando y compartiendo cosas que no conocía. Espero que este post les ayude a rellenar el vacío cuando no haya ganas de estar en silencio, cuando necesiten que se note que no estamos tan lejos los unos de los otros

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