abril 07, 2020

Memorias de una hospitalización IX

Seguro que les pasa como a mí, que a veces el cuerpo no se comporta como esperaban y sienten que es una falla o que ya no es como antes. Lo que uno normalmente no incluye en su discurso de queja formal ante el propio cuerpo es que normalmente hace un montón de cosas increibles y uno no se fija mucho en ellas. Uno no se da tiempo de sentirse vivo, creo.

Un cambio, forzado como pocos llega cuando el personal médico y de enfermería lo empuja a uno a hacer cosas contraintuitivas. Hacer lo que uno cree que es imposible lograr, que le va a causar un dolor inimaginable o que está más allá de su fuerza física. Los ve uno con su cara sonriente, impasibles ante la sopresa infinita que uno les deja saber.

En el último par de meses les respondí varias veces "Me están pidiendo bastante, creo".

E igual, persisten. Su cara se vuelve la representación de la confianza absoluta en lo que el cuerpo humano puede lograr. La confianza que sólo el conocimiento profundo y la experiencia extensa pueden dar, seguramente. Los estudios que demuestran que moverse a los dos días de una cirugía acelera la recuperación. Los estudios que demuestran cómo deambular (acompañados) nos ayuda a los pacientes a evitar complicaciones posoperatorias. Todo eso que saben y logran transmitir a los que estamos ahí para que nos ayuden.

(Yo sé que existen los que no hacen caso. Juro que soy paciente calmado y juicioso).

Es ahí cuando uno se dice, si esta persona me dice que me levante de la cama con todo ese convencimiento, debe ser porque sabe algo que yo no. Si insisten en que camine cinco minutos, debe ser que sí puedo hacerlo. Si cambió la instrucción y ahora son diez es porque me ven mejor. Si ahora dijeron que veinte, es porque ya cogí color en los cachetes. Y así. Lo contrario también se vuelve una advertencia grande como una montaña: si la única tarea del día es Avisar si el dolor es mayor a cuatro sobre diez, entonces es que uno debe dedicarse más al descanso que a probar sus límites porque los límites están coexistiendo con uno ahí en la misma cama, a sólo un mal movimiento de distancia. Y uno lo intenta. Y normalmente funciona.

Uno no espera que el personal médico defina las políticas públicas de cualquier cosa. Pero definitivamente su conocimiento y experiencia han de tenerse en cuenta para saber cómo mantener viva y saludable a la gente. Lo hacen a diario con la voluntad de servicio más profunda y decidida que conozco.

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