Sólo cuando uno se permite cuestionar las cosas que tiene por hábitos, sólo ahí, es posible revisar y rehacer cosas que se pueden hacer mejor.
Uno lee que más de uno elige hacer las cosas al revés, con las patas, saltándose el consentimiento de los otros con tal de evitar que le digan que no. Todos andamos con el miedo a que nos digan que no y eso nos impulsa a la ilegalidad, el acoso, pasarnos por la faja que el otro nos dé su consentimiento. Ya decían por ahí que mentir es buscar algo con miedo a que nos digan que no, a que no nos permitan obtenerlo. La cosa es entonces, revisar qué es lo que nos da miedo, cuál es el no por el que estamos justificando la forma en la que hacemos las cosas. Igual, recibir un No por respuesta no nos invalida y sólo estamos permitiendo que el otro decida de la misma forma que nosotros decidimos arriesgarnos.
Todo tan simple y tan adolescente en el caso de la noticia que cito: ¡Pídale el teléfono, huevón! Arriésguese a que le digan que no pero en igualdad de términos y sin invadir los espacios ajenos sólo porque sus sentimientos son sinceros.
marzo 19, 2017
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