Hay un delicado equilibrio en Bogotá entre la población de perros callejeros y el clima.
Sólo la pertinaz lluvia que cae periódicamente en Bogotá nos permite vivir sin pisar mierda de perro callejero cada treinta segundos. Un bodegón de mierda, pacífico e inexpresivo, se diluye antes del amanecer con una noche de lluvia bogotana y desaparece entre las rendijas de alguna alcantarilla o del arbusto más cercano.
No es una ciudad en la que el clima extremo mate animales sin hogar, así que la tasa de monolitos de mierda que aparecen por los andenes y los parques puede asumirse como constante en el tiempo. Las fundaciones, zoonosis, la gente que pone veneno en los parques y los atropellamientos cumplen su función en el ciclo del nitrógeno.
Uno no alcanza a imaginarse lo cercanos que son la mierda y la lluvia.
marzo 26, 2017
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Lo más fresco
Ranthought - 20241121
En el mismo sentido del otro post , hoy me cruzo con otra idea relacionada. Hace quince años, todos editábamos archivos de texto, creados co...
-
Parce, podrán decir lo que quieran, pero cada vez que uno manda un pull request a un proyecto en el que no ha estado antes, eso se siente m...
-
Aquel que ha jugado videojuegos en alguna consola, habrá comprobado que parte de la esencia está en sostener el control con las dos manos pa...
-
Una de las cosas más amables que uno puede ofrecerle a alguien es la libertad de no tener que repetir rituales y saludos que la otra person...
1 comentario:
¿Y el gato?
Publicar un comentario