abril 10, 2016

Ride a horse

Últimamente me resulta un poco más arbitraria la agrupación de películas que denominamos westerns. El otro día veía The magnificent seven (1960) y me sentí a veces en medio de un romanticismo alemán tardío, en una situación que iba más allá del código de honor para caer en el optimismo desbordado por la humanidad -o al menos por una parte de ella-.

Hace poco vi Death rides a horse (1968) y era todo un thriller con personajes complejos e historias elaboradas que se van develando a medida que transcurre la historia.

Todavía recuerdo el día que vi The good, the bad, the ugly (1966) y no se parece a nada. No es comedia pero uno se ríe todo el tiempo. No es acción pero se la pasan a balazos y patacera. No le sobra ni un minuto.

Y la música. La música es maravillosa (normalmente). A veces se sobreactúan tratando de decir cuál momento es importante para la historia pero normalmente es muy buena.

*

Lee van Cleef era un tremendo actor. Un actor el jijuepuerca. Todos recuerdan a Clint Eastwood y fue entre van Cleef y Bronson que le dieron poder a los westerns.

Ya sé. Omitir a John Wayne es herejía pero siempre encuentro más poder, más emociones y mejores historias sin Wayne así el tipo haga todo perfecto -enlazar, saltar, disparar, montar a caballo-. O tal vez sea a pesar de ello.

1 comentario:

Galactus dijo...

Es bien sabido que usted tiene su algo de Lee van Cleef. Si, era tremendo.

Lo más fresco

(To leave) behind

Ya hablábamos antes de cómo el dejar ir es un regalo. Bueno, ahora corresponde hablar de cómo eso es un regalo para uno mismo, a veces. Per...