A veces todo se vuelve marejada y ventisca. Todo rompe contra las rocas mientras los banderines gritan y ululan voz en cuello. A veces uno es un bote atado en la orilla, a veces uno es sólo destrozos de un naufragio, arrastrados a empellones hasta la arena y la espuma.
Es fácil hacerse a clavos y cuerdas cuando el remo se rompe; todo parece inútil cuando el casco cruje y hace agua a voluntad. Como que no se logra nunca reparar todo y sólo se espera llegar a alguna parte. A cualquier parte.
Todo se hace marejada y ventisca mientras yo me siento atascado no sé en dónde o por qué.
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