marzo 28, 2016

Empire

Hay un conjunto de personas que crecen y se multiplican sirviendo al Imperio de las Normas.

El Imperio de las Normas existe como este grupo que camina unido rumbo a esta gran utopía en la que todos siguen las Normas a piés juntillas, todos creen en la utilidad de las Normas y las Normas hacen de todos seres productivos y útiles para el Imperio.

Mi primer problema con el Imperio de las Normas es la naturaleza de las Normas. Ningún acuerdo colectivo, y menos uno que nazca de la democracia, puede estar por encima de la naturaleza humana. Sí puede dejarse que se negocien situaciones y decisiones más allá de esa naturaleza, seguro, pero no tiene sentido negarle a las personas lo que les es propio.

Mi segundo problema pasa por creer que las Normas siempre han estado y por eso mismo son la única forma de hacer las cosas. Que no pise el césped porque hay un andén. Que su útero es suyo pero las Normas dicen que no puede decidir sobre él, así usted sea real y las Normas sean intangibles.

Mi tercer problema pasa por la creencia sobre el fin último de las Normas como camino a la máxima utilidad conjunta. Yo no existo para la sociedad ni mi fin último pasa por servirle a otros. Mi valor como persona no lo da lo que yo pueda ofrecer a los demás y definitivamente no estamos todos arrancando en igualdad de condiciones como para creer que las normas se hacen efectivas de la misma forma en todos los casos. Hace falta una utopía previa (todos nacemos y vivimos como iguales, con las mismas oportunidades disponibles) para poder ir camino de la otra.

Se me antoja ingenuo leer y oír a quien pregona el Imperio de las Normas. Un poco infantil, de la época en la que se repetían las cosas que decían los adultos pero no se entendía muy bien por qué. Se entremezclan creencias y supuestos con un temor expresado como firmeza y como necesidad de hacer que los que no siguen las normas, entiendan su error y las sigan. Es tambien un evangelio que no transmite ninguna buena nueva y sólo comunica el temor junto a la costumbre.

Santander debe estar todo contento en su tumba. El muy pendejo.

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