marzo 19, 2012

Shoot on target

Corría. Sabía que debía correr. Sabía que era diestro pero el técnico le había dado lugar como extremo izquierdo y era por eso que ahora corría, devoraba la banda izquierda dirigiéndose hacia el arco rival.

Inhala. Exhala. Mira sus piés. Sigue corriendo.

Levanta la vista y ve a su compañero, su rostro apenas discernible, con el balón junto a su pie derecho, recorriendo el otro costado de la cancha, buscando el mismo destino.

Inhala. Exhala. Sigue corriendo.

Mira ahora hacia el frente. Dos defensas rivales se apresuran a tomar posiciones al borde del área para tratar de detener el ataque. Sabe que si entra al área en diagonal, puede ganar en velocidad y anticipar al defensa en su costado. Todo está en que el cruce sea perfecto.

Inhala. Exhala. Cambio de ritmo. Cambio de dirección.

Ve el balón levantarse y dirigirse a él, lucha por no cerrar los ojos y en un instante de aquellos en los que el cerebro parece no hacer nada, entiende qué es lo que debe hacer. Lo siente. Se perfila, tira hacia atrás su pierna derecha y se inclina, con decisión a la izquierda y un poco hacia adelante. La sensación era perfecta, mueve su pierna derecha como si el balón estuviese todo el tiempo frente a él y de repente, magia, lo patea de lleno con el empeine y su remate se dirigió con violencia hacia al ángulo superior izquierdo de la portería. El arquero sólo lo ve pasar. Gol.

Inhala. Grita hasta el ahogo. Corre a celebrar olvidando la fatiga.

*Despierta*

Cada noche millones de niños tienen este mismo sueño. Aquel gol perfecto que sólo unos pocos podrán hacer realidad. ¿Cómo es tu gol perfecto?

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