Subió otra vez al árbol desde el que veía todo el vecindario. Frondoso a veces, con hojas amarillentas ahora, este era su árbol.
Al llegar a su rama favorita, miró hacia abajo y vió lo impensable. Era su cuerpo dentro de una caja, apenas descubierto y observado por un hombre de pelo corto y bata blanca.
Mientras el hombre anotaba, casi rabioso, el gato sólo atinó a sentirse medio muerto.
marzo 13, 2012
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