kill me
marzo 31, 2012
marzo 30, 2012
Degree
Tengo amplia experiencia esperando gente estando sentado en bancas de parque. Ya sea que estén puestas dentro de un edificio -que las hay- o a la vera del camino, pero bancas de parque al fin y al cabo. Siempre estoy sentado en la banca, siempre escucho música para aquello del ensimismarse, siempre miro hacia arriba y hago cara de idiota (creería yo). Igual, creo que hay algunos elementos básicos para sentarse y esperar con éxito (sin huir o recibir a quien espera con cara de odio o aburrimiento).
Antes de sentarse a esperar es importante tener en cuenta el clima. Si la banca está al aire libre, considere la opción de encontrarse esperando bajo la lluvia. Tenga en cuenta el pronóstico para el día y confirme su banca de encuentro el mismo día según lo que encuentre y observe en el cielo.
El primer truco para esperar está en lograr una posición cómoda en la banca, acorde con su volumen corporal y con el clima. Puede sentarse normalmente, pero si está ansioso va a comenzar a mover los piés de puro aburrimiento y si no quiere verse nervioso es mejor que lo evite. Si es de contextura delgada, puede cruzar las piernas y acomodar la espalda tan cerca al respaldo de la banca como le sea posible para dar espacio a las piernas. Si lo logra, será una posición cómoda que sólo genera cansancio tras una hora de espera (lo habrán plantado, posiblemente) y en climas fríos ayuda a conservar el calor. No es buena idea acostarse a menos que quiera que lo despierten (otro problema puede ser el lograr acostarse en la banca de acuerdo a su estatura).
Tenga a la mano algo para leer o escuchar, evitando en lo posible el aburrimiento. Libro, revista o algún dispositivo con sus canciones favoritas para ambientar la espera (y según sea el motivo, tener algo qué recordar de la espera y del encuentro). Puede comer algo mientras sea moderado y ojalá sin excederse en líquidos. Encontrarse sentado esperando (sin poder irse), con la necesidad irrefrenable de ir al baño, normalmente es muy poco placentero y puede echar al traste todo lo planeado (que, según sea el tipo de encuentro y su nivel de ansiedad, puede llegar a ser difícil de manejar).
Al final, el encuentro mismo enviará el recuerdo de la espera a un segundo plano y posiblemente no recuerde mayor cosa. Puede que recuerde algunas cosas que le gusten si el encuentro mismo fue agradable. Puede que recuerde en detalle el momento del encuentro si definitivamente fue especial para usted.
No tenga miedo de esperar; permítase desear que llegue aquella persona a quien espera.
Confidence
Our Berkgamp who art in Ajax,
hallowed be thy name,
thy kingdom come,
thy will be done,
on Emirates as it was on Highbury
Give us today our weekly win,
and forgive us our shoots off target as we forgive those who shoot on us.
And lead us not into Manchester but deliver us from Fergusson.
For thine is the kingdom, the power and the glory of Invincibles,
forever and ever. Amen
(In the name of Rocastle, Henry and the Holy Bergkamp, amen.)
marzo 28, 2012
Ranting me
I was born in the nineties. I was lost and I was found. Dead. Bloated. Lovely.
***
***
***
I was told to keep myself. So I built a keep to put myself inside. And keep it from everyone.
***
The world is beautiful, You're not.
The world is funny. You're not.
The world is special. You're not.
The world is. You're not. You were and your place is in someone else's memories. Don't take that from them.
marzo 27, 2012
Loop
El eterno retorno puede hacerse evidente en los eventos que menos esperas. Sentarte en el piso brillante, espalda contra la pared como en los viejos tiempos y sollozar. Igual que hace diez años, como para que dejes de creer que ahora eres sofisticado, elaborado y consecuente. Sigues siendo la misma masa informe e irrelevante.
Es casi seguro que, apenas te sientas en el piso, la espalda contra la pared, regresan las mismas ideas, esas que prometiste abandonar pensando que eran ellas y no tú quienes invocaban los temores de antaño. Y es que sabes que no son ideas; son el YO que crees elaborar pero que sólo escondes.
Porque el giro de trescientos sesenta grados tiene componente en el eje Z.
***
Hace tiempo no me sentaba en el piso, sentado contra una pared, a oir musica. Porque en el fondo el eterno retorno es lo único que existe. Estamos atrapados y todo se reduce a distracciones casuales.
Igual que hace 10 años, escucho Pink Floyd e Incubus. La novedad es sentirte triste, completamente solo, en un aeropuerto. Y bueh, se supone que crecí y cambié las cosas que no me gustaban. Espero no olvidarlo jamás.
***
Ah! Una máscara!
marzo 26, 2012
Flight mode on
La diferencia de velocidad en el fluído de las dos zonas tiene como consecuencia una disminución en la presión dentro de la región en la que aquel se ve forzado a cubrir una mayor distancia en el mismo tiempo, disminución que hace a la superficie moverse y ocupar dicha zona. Una generalización de un fenómeno, tan simple como parece, garantiza el que podamos replicar el experimento cuantas veces lo deseemos, condicionado tan sólo por la obtención de la energía requerida para mantener el impulso horizontal.
Una vez garantizas ésto, puedes usar la superficie sujeta a la diferencia de presión, para llevar sobre ella cualquier cosa, cualquier persona, recordando siempre calcular la fuerza ascendente ejercida por la región de mayor presión. Habiendo elegido la carga y la compañía deseadas, es posible hacer el vuelo un poco maś cómodo -si es que se ha dejado capacidad de sobra, claro-.
Con todo esto preparado, ya estás listo para viajar a tu destino, así tu motivación sea irracional, estúpida o infantil. A la diferencia de presión no le tienes que explicar lo que haces. Tal vez la estás confundiendo con tus miedos.
marzo 19, 2012
Shoot on target
Corría. Sabía que debía correr. Sabía que era diestro pero el técnico le había dado lugar como extremo izquierdo y era por eso que ahora corría, devoraba la banda izquierda dirigiéndose hacia el arco rival.
Inhala. Exhala. Mira sus piés. Sigue corriendo.
Levanta la vista y ve a su compañero, su rostro apenas discernible, con el balón junto a su pie derecho, recorriendo el otro costado de la cancha, buscando el mismo destino.
Inhala. Exhala. Sigue corriendo.
Mira ahora hacia el frente. Dos defensas rivales se apresuran a tomar posiciones al borde del área para tratar de detener el ataque. Sabe que si entra al área en diagonal, puede ganar en velocidad y anticipar al defensa en su costado. Todo está en que el cruce sea perfecto.
Inhala. Exhala. Cambio de ritmo. Cambio de dirección.
Ve el balón levantarse y dirigirse a él, lucha por no cerrar los ojos y en un instante de aquellos en los que el cerebro parece no hacer nada, entiende qué es lo que debe hacer. Lo siente. Se perfila, tira hacia atrás su pierna derecha y se inclina, con decisión a la izquierda y un poco hacia adelante. La sensación era perfecta, mueve su pierna derecha como si el balón estuviese todo el tiempo frente a él y de repente, magia, lo patea de lleno con el empeine y su remate se dirigió con violencia hacia al ángulo superior izquierdo de la portería. El arquero sólo lo ve pasar. Gol.
Inhala. Grita hasta el ahogo. Corre a celebrar olvidando la fatiga.
*Despierta*
Cada noche millones de niños tienen este mismo sueño. Aquel gol perfecto que sólo unos pocos podrán hacer realidad. ¿Cómo es tu gol perfecto?
Inhala. Exhala. Mira sus piés. Sigue corriendo.
Levanta la vista y ve a su compañero, su rostro apenas discernible, con el balón junto a su pie derecho, recorriendo el otro costado de la cancha, buscando el mismo destino.
Inhala. Exhala. Sigue corriendo.
Mira ahora hacia el frente. Dos defensas rivales se apresuran a tomar posiciones al borde del área para tratar de detener el ataque. Sabe que si entra al área en diagonal, puede ganar en velocidad y anticipar al defensa en su costado. Todo está en que el cruce sea perfecto.
Inhala. Exhala. Cambio de ritmo. Cambio de dirección.
Ve el balón levantarse y dirigirse a él, lucha por no cerrar los ojos y en un instante de aquellos en los que el cerebro parece no hacer nada, entiende qué es lo que debe hacer. Lo siente. Se perfila, tira hacia atrás su pierna derecha y se inclina, con decisión a la izquierda y un poco hacia adelante. La sensación era perfecta, mueve su pierna derecha como si el balón estuviese todo el tiempo frente a él y de repente, magia, lo patea de lleno con el empeine y su remate se dirigió con violencia hacia al ángulo superior izquierdo de la portería. El arquero sólo lo ve pasar. Gol.
Inhala. Grita hasta el ahogo. Corre a celebrar olvidando la fatiga.
*Despierta*
Cada noche millones de niños tienen este mismo sueño. Aquel gol perfecto que sólo unos pocos podrán hacer realidad. ¿Cómo es tu gol perfecto?
marzo 15, 2012
Enter
Sudor frío, ojos entrecerrados. Miradas al techo y manos sobre los ojos.
Releer una y otra vez. Pa la bra por pa la bra. ¿Tiene sentido?
Antes cerrabas el sobre, lo marcabas (o lo marcabas primero para no dañar las hojas dentro), ibas a un puesto de correo, pagabas y entregabas el sobre. Y todavía tenías que esperar hasta media mañana del día siguiente (si era en la misma ciudad) o hasta tres días si era en otra ciudad. Hoy en día, la ansiedad del estómago y del corazón han aprendido a convivir con la tecnología e inmediatamente después de hacer clic en Enviar (pulsar Enter, barra espaciadora o Ctrl-Enter), el corazón ansía leer una respuesta y el estómago se retuerce de temor.
La acción a distancia (la interacción) es cada vez más natural, lo que sea que signifique eso. Mientras, el triste imán, otrora popular, se resigna a tomar shots de Neodimio para poder ir con uno en un audífono y no quedarse enterrado en la tierra.
Releer una y otra vez. Pa la bra por pa la bra. ¿Tiene sentido?
Antes cerrabas el sobre, lo marcabas (o lo marcabas primero para no dañar las hojas dentro), ibas a un puesto de correo, pagabas y entregabas el sobre. Y todavía tenías que esperar hasta media mañana del día siguiente (si era en la misma ciudad) o hasta tres días si era en otra ciudad. Hoy en día, la ansiedad del estómago y del corazón han aprendido a convivir con la tecnología e inmediatamente después de hacer clic en Enviar (pulsar Enter, barra espaciadora o Ctrl-Enter), el corazón ansía leer una respuesta y el estómago se retuerce de temor.
La acción a distancia (la interacción) es cada vez más natural, lo que sea que signifique eso. Mientras, el triste imán, otrora popular, se resigna a tomar shots de Neodimio para poder ir con uno en un audífono y no quedarse enterrado en la tierra.
marzo 13, 2012
Caja
Subió otra vez al árbol desde el que veía todo el vecindario. Frondoso a veces, con hojas amarillentas ahora, este era su árbol.
Al llegar a su rama favorita, miró hacia abajo y vió lo impensable. Era su cuerpo dentro de una caja, apenas descubierto y observado por un hombre de pelo corto y bata blanca.
Mientras el hombre anotaba, casi rabioso, el gato sólo atinó a sentirse medio muerto.
Al llegar a su rama favorita, miró hacia abajo y vió lo impensable. Era su cuerpo dentro de una caja, apenas descubierto y observado por un hombre de pelo corto y bata blanca.
Mientras el hombre anotaba, casi rabioso, el gato sólo atinó a sentirse medio muerto.
marzo 11, 2012
Fulfill
Su nombre era José. De origen humilde, que no extracción pues no es un tubérculo, viajó desde un pueblo sin nombre (para efectos de esta historia) hacia la capital, buscando emplearse en casi cualquier cosa, buscar fortuna.
Tras varios años trabajando en oficios diversos, ya sea como caddie en un renombrado club campestre al norte de la ciudad o bien como cotero, José cruzó su vida con una mujer igualmente humilde, casualmente de nombre María, como en el mito judeocristiano. Casualidades de la vida, supondríamos. Una vez compartieron sus vidas, no tardaron en llegar los hijos y las necesidades, ambos en constante crecimiento. Y con necesidades nuevas a cuestas, José se hizo a la tarea de buscar una nueva fuente de recursos para su creciente familia. Teniendo en cuenta que vivían en El Codito, barrio marginal de la capital encaramado en la falda de los cerros nororientales, las primeras opciones de búsqueda eran aquellas que se encontraban más cerca -que pensar en pagar pasajes de bus era un despropósito-. Como caddie ya sabía que no recibiría el dinero suficiente, así que buscó unos metros más al norte, en los cementerios de la ciudad.
El pintar y conservar lápidas no era ni mucho menos una fuente fiable de dinero, así que José y María se aventuraron a construir de la mejor forma que pudieron y junto a otros tantos, un puesto de venta de arreglos florales a la entrada del cementerio, en un lote baldío e insalubre cerca al canal del río Torca, confiando en que la presuntamente acaudalada clientela en esta zona de la ciudad pagara en abundancia sus flores.
Varios años (y varios hijos) después, José y María podían decir que tenían un puesto de venta que proveía la paga suficiente para cubrir sus necesidades, las que, como ya se dijo, crecían al mismo ritmo que la estatura y el número de sus hijos.
Sin embargo, en esta historia es el padre y no un hijo el que se sacrifica. No significó la redención para su familia; por el contrario, sólo redujo sus oportunidades y les ató a la pobreza de recursos y de oportunidades de la que, igual, no habían podido escapar.
El puesto de flores que burdamente habían construído se situaba entre el canal del río y la autopista que salía de la ciudad hacia el norte; en un momento de descuido matutino, José cargó algunas bolsas de un lugar a otro sin fijarse en que un autobús transitaba a gran velocidad por el carril que invadió momentaneamente. El choque le arrojó a varios metros de distancia y en el golpe de su cráneo contra el pavimento, sus ojos salieron de sus órbitas y los sesos se desparramaron en derredor. Todo esto frente a la mirada de su mujer y dos de sus hijos mayores, además de sus compañeros de trabajo y algunos clientes que se hallaban allí a tan temprana hora.
María, su mujer, con una resignación casi infinita, aceptó esta nueva pobreza a su lado, desconocida, manteniendo desde entonces el puesto de venta de flores incluso tras reubicaciones forzadas por la Alcaldía, conservando la tablilla con la que orientaba a sus clientes: José, puesto 42. Porque la pobreza real está en no tener alternativas diferentes a lo que ya existe o ha dejado de existir.
Tras varios años trabajando en oficios diversos, ya sea como caddie en un renombrado club campestre al norte de la ciudad o bien como cotero, José cruzó su vida con una mujer igualmente humilde, casualmente de nombre María, como en el mito judeocristiano. Casualidades de la vida, supondríamos. Una vez compartieron sus vidas, no tardaron en llegar los hijos y las necesidades, ambos en constante crecimiento. Y con necesidades nuevas a cuestas, José se hizo a la tarea de buscar una nueva fuente de recursos para su creciente familia. Teniendo en cuenta que vivían en El Codito, barrio marginal de la capital encaramado en la falda de los cerros nororientales, las primeras opciones de búsqueda eran aquellas que se encontraban más cerca -que pensar en pagar pasajes de bus era un despropósito-. Como caddie ya sabía que no recibiría el dinero suficiente, así que buscó unos metros más al norte, en los cementerios de la ciudad.
El pintar y conservar lápidas no era ni mucho menos una fuente fiable de dinero, así que José y María se aventuraron a construir de la mejor forma que pudieron y junto a otros tantos, un puesto de venta de arreglos florales a la entrada del cementerio, en un lote baldío e insalubre cerca al canal del río Torca, confiando en que la presuntamente acaudalada clientela en esta zona de la ciudad pagara en abundancia sus flores.
Varios años (y varios hijos) después, José y María podían decir que tenían un puesto de venta que proveía la paga suficiente para cubrir sus necesidades, las que, como ya se dijo, crecían al mismo ritmo que la estatura y el número de sus hijos.
Sin embargo, en esta historia es el padre y no un hijo el que se sacrifica. No significó la redención para su familia; por el contrario, sólo redujo sus oportunidades y les ató a la pobreza de recursos y de oportunidades de la que, igual, no habían podido escapar.
El puesto de flores que burdamente habían construído se situaba entre el canal del río y la autopista que salía de la ciudad hacia el norte; en un momento de descuido matutino, José cargó algunas bolsas de un lugar a otro sin fijarse en que un autobús transitaba a gran velocidad por el carril que invadió momentaneamente. El choque le arrojó a varios metros de distancia y en el golpe de su cráneo contra el pavimento, sus ojos salieron de sus órbitas y los sesos se desparramaron en derredor. Todo esto frente a la mirada de su mujer y dos de sus hijos mayores, además de sus compañeros de trabajo y algunos clientes que se hallaban allí a tan temprana hora.
María, su mujer, con una resignación casi infinita, aceptó esta nueva pobreza a su lado, desconocida, manteniendo desde entonces el puesto de venta de flores incluso tras reubicaciones forzadas por la Alcaldía, conservando la tablilla con la que orientaba a sus clientes: José, puesto 42. Porque la pobreza real está en no tener alternativas diferentes a lo que ya existe o ha dejado de existir.
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