- Que uno revele información personal clave, que puede ser usada por otros para responder preguntas hechas por proveedores de servicios y suplantar.
- Que uno dé acceso a otros a su información personal.
- Que lo roben.
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Hoy tres hombres se pelearon a golpes en un restaurante de comida rápida. Uno gritaba ¿por qué me pega? mientras los otros le pedían que les devolviera mi plata, hijueputa. Atinaron a darle dos o tres golpes mientras el receptor vociferaba que él iba a ser dueño de cierta cadena de pizzerías y a ellos esos golpes sólo les costarían más dinero.
Los hombres que cobraban a puñetazos finalmente se fueron y la policía, a la que llamamos mientras peleaban, llegó a los diez o quince minutos. Casi lo que tomó mi lento pedido en salir.
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Es curioso que, como con los taxistas, las personas se acomoden de un lado y otro frente al discurso de los conductores y terminen defendiendo los intereses de los pocos que controlan el negocio del transporte de carga por carretera. Como con cada posible negocio acá, que es controlado por dos o tres. Las personas creen que se trata de cobrarles o no peaje (y que, por eso, tampoco deberían cobrarnos peaje a los demás). Las personas son idiotas.
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