Yo me pregunto cómo la pasarían esas personas que cruzaban el Atlántico en un barco y se gastaban ahí unas semanas de su vida, entre la litera y el olor a agua salada. ¿Será que preparaban temas de conversación para las dos semanas? Porque salga uno con alguien por cinco días y al cuarto ya están mirando al techo; ya no hay de qué hablar. Imagínense estar dos semanas con las mismas personas y no tener nada reciente que contar porque todos están en la misma historia.
Según este sitio (a cinco de octubre de 2014) uno podía estar entre una y dos semanas viajando por el mar. Podía ser un viaje de negocios, una visita familiar. El tiempo que muchos oficinistas tienen hoy disponible como vacaciones cada año, era el tiempo del viaje de ida hace ciento ochenta años. Cuántos niños se habrán engendrado en ese desocupe tremendo, en un barco por tantos días a punta de libros, atardeceres y un cuarteto de cuerdas si uno tenía plata. ¿Habrá entrevistas donde la gente hable del sexo durante las travesías transatlánticas? Pichar mecidos por las olas.
En los viajes de ahora tenemos un par de comidas "reales" y tentempiés. Un helado si es de noche, un emparedado si es de día. No alcanzamos a ver un atardecer y un amanecer en el mismo vuelo mientras pasamos por encima del AF447. Vemos tres películas, comemos, dormimos, estiramos las piernas, miramos con ansiedad el mapa con la ubicación actual de nuestro avión y ya está, llegamos a nuestro destino.
Esos viajes dan para más que comer y domir, seguro. En uno me tocó mi primera conversación con mamá sobre el amor. Porque ella es muy cuidadosa y prefiere no preguntar mucho. Nada. Así pues, nos trepamos en el A340, sobrevolamos Venezuela, llegamos al mar donde no hay cómo salirse de alguna situación incómoda y ¡chan!, mamá se lanza a traer ese tema a la conversación entre la cena y la película de medianoche. -¿Y no has pensado en volver a salir con alguien?
No dejó que mi cara de sorpresa la detuviese. Por el contrario, siguió en lo que parecía algo muy pensado para no herir susceptibilidades. Que ya sabemos lo que pasó. Que igual no es bueno que andes solo por ahí; piensa en el futuro, porque no es bueno que te quedes solo después. Que no olvides a tu tía Soledad, la que se murió sola en esa casa de la 54 con caracas y la sacaron una semana después. Que no quiero que te quedes así. Piénsalo.
Y yo ahí, en medio del océano, sin tener cómo bajarme. Tampoco se puede cambiar de cubierta (cuando vayamos en A380, probamos). Siquiera fueron sólo diez horas. Pobrecito aquel que necesitó salirse de una conversación durante un viaje en barco de una semana.
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