septiembre 30, 2019

Free (lunch)

Es difícil recordar cómo eran las cosas en 2013. De hecho, muchos no recuerdan cómo era antes de 2007, que es la época en la que Facebook aparece como sitio de juegos Flash.

Ahora que salió publicado un libro de Edward Snowden, es raro pensar que han pasado ya seis años desde que supimos que había gobiernos viéndolo todo y tratando de hacer que todo fuese visible, incluso si nosotros no lo deseábamos. Los expertos en criptografía y seguridad informática andan revisando, poniendo todo en perspectiva, pensando en qué es lo que hemos mejorado desde entonces y qué nos falta por hacer.

No estamos todavía en un lugar deseable. Siguen existiendo rincones ocultos de la tecnología que usamos (como el IME de Intel) que recurren a la seguridad por ofuscación, la misma que ha probado ser inútil antes porque eventualmente todo se sabe. Nada hay oculto entre el cielo y la tierra, dice el dicho. Siguen apareciendo los debates entre los proveedores de servicios informáticos y las naciones que quieren estándares de seguridad inseguros para los usuarios y seguros para las fuerzas de seguridad.

En algún momento, Twitter dejó de ser un lugar de usuarios para ser un lugar de mercadeo (de productos, de ideas, de basura). Igual pasa ahora con Facebook. En general, la Internet es un espacio en el que los poderes reales interactúan y nosotros, los de a pie, quedamos en medio, como siempre. Hagan de cuenta que comparten espacio con todos los congresistas del país en un mismo restaurante; imaginen cuál será el servicio para ustedes y cuál será el servicio para ellos. Imaginen que no todos son uribistas, que no todos son del Polo, que no todos son Armando Benedetti, que es de todos y de ninguno. Igual, ustedes siempre irán últimos y recibirán lo que quede.

Por eso es que cada discusión técnica es legítima y por eso es que se debe ser un consumidor informado en lo tecnológico. Se deben reducir los lugares oscuros y los procesos mágicos para elegir al que cuida y desincentivar al que usa nuestros datos como un bulto de cebollas.

Sí, ya borré la cuenta de Facebook for good. Por si se lo preguntan, Tinder es de los que avisa cuando, dos años después del último login, agenda el borrado definitivo de sus datos si ustedes no lo han pedido. Esas son las pequeñas cosas. Elijan, decidan.

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PD. Tengan cuidado con los permisos que le dan a las apps para usar Bluetooth. Ahora resulta que nos rastrean, cuando vamos a locales o cuando estamos en nuestra casa. Sé de Apple y Amazon, seguro que las apps en Android lo hacen igual.

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