julio 05, 2019

Mear

Se supone que orinar es una cosa trivial para quienes tienen un pipí. Y resulta que no, no es así. Uno supone que tener un canal direccionable simplifica todo el asunto al ir a orinar, pero nadie cuenta con las particularidades de las cosas vivas, de las cosas líquidas y de la vida.

Como el pipí hace parte de un ser vivo, no es un pipí de acero (así muchos quieran creerlo) y no permanece inmutable en el tiempo. Algún día hará más frío o calor, algún día habra usado uno un calzón más o menos apretado. Todo eso hace que el conducto y, sobre todo, el orificio de salida cambien y estén ligeramente ovalados, más o menos abiertos. Y, si alguien ha jugado con regaderas, sabrá que el que el conducto no esté muy abierto (o que ) hará que el flujo se acelere y se dispersará en un área más amplia. Por si se o preguntan, uno no sabe ni siente nada diferente en esos casos y sólo lo nota cuando la orina se dispersa o el chorro sale torcido en una dirección inesperada y hay que aguantar el chorro, examinar y luego continuar (limpiando siempre el desastre, por supuesto).

Definitivamente no es deseable que el pipí esté rígido cuando se va a orinar. Imposibilita el dirigir el chorro y no queda otra aparte de sentarse y ponerlo -dentro del sanitario- a apuntar a algún reborde por los que sale el agua cuando se presiona el botón de descarga. Como podrá suponerse, sale uno levemente salpicado en las nalgas. Y claramente es imposible de hacer en un orinal porque ahí no habría más remedio que orinar hacia arriba y salpicarse toda la barriga.

Un tercer detalle es la limpieza posterior. Posiblemente lo mejor que uno podría hacer es limpiar la punta del pipí con papel. Evitar que quede cualquier gota rebelde por ahí. Lo siguiente mejor, que también es lo más frecuente, es sacudir el pipí para que todas las gotas en el conducto salgan, aunque es un arte hacer que salgan y caigan en el sanitario. Muchas personas obvian esta parte y por eso es que hay gotas por aquí y por allá alrededor de los sanitarios.

Nada de esto excusa los charcos de orina debajo de los orinales (que con su forma y cercanía reducen mucho estos problemas) ni el que la gente no limpie los regueros que produce. Lo que sí es claro es que orinar por entre un tubo no hace a nadie infalible. Como para que se quiten ese cuento de la cabeza.


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