Las fiestas de fin de año que acaban de pasar me enseñaron lo mucho que cambia todo según donde uno viva. De acuerdo al espacio que uno habite.
Siempre he vivido en un apartamento, en la ciudad. En medio del altiplano, acá arriba en la cordillera. Las fiestas son tranquilas, de cenar en familia y escuchar la música de diciembre. Este año me correspondió pasar el año nuevo en la casa de M. y su familia y hubo ajiaco como siempre tuve, pero esta vez le añadí la rutina de salir a saludar. La gente en casas sale a saludar a los vecinos.
¿No les parece muy raro? Se entiende que uno ve a menudo a los vecinos pero, al menos en los edificios de apartamentos, uno rara vez sale a saludar vecinos del piso o de otros pisos. ¿Qué es lo que cambia de un edificio a una casas para que la gente aplace la cena de año nuevo un rato y elija salir a saludar a doña Pepita o a los Ramírez que viven en frente?
Sea lo que fuere, salimos a saludar a unos y otros. Mientras tanto, vimos pasar a los que salen arrastrando alguna maleta y todos les desean Feliz viaje. Me imagino que antes era más incómodo, cuando las maletas no tenían ruedas. Las personas que no me conocían igual me deseaban muchas cosas bonitas y felices.
¿Será que vivir en una casa hace a la gente más amable? ¿O será que no hay correlación?
enero 05, 2019
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