¿No les pasa que se quedan mirando las baldosas (azulejos) del baño o la cocina y comienzan a ver patrones en el veteado? A mí me pasa y he encontrado ya dibujos diversos, animales corriendo y escenas propias de una historia de Tolkien.
Es casi como detenerse a ver las nubes pasar, sólo que se puede hacer desde la comodidad del sanitario. Además, depende de cómo haya dispuesto las baldosas el maestro de obra, pues al poner una baldosa rotada ciento ochenta grados, el patrón resultante cambia por completo.
Creo que por eso es que no me gustan los diseños planos y limpios; disfruto encontrar patrones en las cosas aparentemente aleatorias. De pronto todos somos un poco así, sólo que algunos lo disfrutamos de forma consciente, mientras que el resto se queda con la parte automática del asunto. A la larga, todo lo que hacemos al interactuar con el entorno parte de identificar un patrón en medio de ese todo que nos rodea.
No lo he probado con las baldosas de antaño, esas hechas a mano y cocidas con amor, sin recubrimientos brillantes. Al menos con las que no tienen diseños pintados en el centro, tal vez pueda hacerse algo similar.
Dame un patrón y describiré el mundo.
enero 11, 2019
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