julio 19, 2017

Apego

Pocas cosas resultan más dañinas que el forzar la cercanía a otra persona. Extrañar la cercanía del pasado, creer que uno tiene la respuesta a los problemas ajenos, suponer que si uno no se aleja todo va a estar mejor.

Creerse un superhéroe o una pieza irremplazable. Ser el guardian de la paz y la seguridad ajena. Rondar por ahí. Ser el macho protector o la mamá que siempre saber qué es mejor.

Cuando uno se esmera en cuidar un vínculo, pensar siquiera en necesitar esforzarse por mantenerlo es innecesario. Nada como ese caos sutil y saboreable en el que uno se sorprende y se siente seguro en igual proporción.

No hay comentarios.:

Lo más fresco

Photojournalism

Hoy todos estamos lamentando que Sebastiao Salgado ya no esté más. Pero al mismo tiempo estamos todos hablando de cómo está presente todo el...