septiembre 01, 2015

Soap

Globe

Se acabaron las telenovelas. La narración de historias con núcleos narrativos predecibles se agotó, o al menos eso pareciera. Ya no parece ser rentable el gastar dinero en vestuario, ubicaciones y en el sueldo de actores reconocidos por el público, esos que seguro harían un buen villano, una terrible arpía o una mujer desvalida y pobre que inspire solidaridad. Ya no importa quién haga de cantante vallenato o de santa paisa. El formato de historia que ahora importa es el de ficción histórica con actores jóvenes que seguro son más baratos. Ya no son telenovelas, las soap operas que tanto sorprendían. Son meros seriados.

La telenovela como formato se hizo cada vez más relevante, ocupó cada vez más espacio en las conversaciones y el imaginario colectivo hasta que brilló con Beatriz Pinzón Solano para entrar en decadencia poco tiempo después. Esta telenovela en particular terminó en 2001 (¿fue en 2001?) y los canales con dinero importaron exitosamente poco después los reality shows, desplazando el interés de la ficción que requería libretos y tiempo de escritores hacia otro tipo de seriados. Esos en los que se mostraba gente interactuando y respondiendo a restricciones (de lugar, de recursos disponibles) con un objetivo (un premio) siguiendo unas reglas definidas al comienzo del programa.

Puede que la telenovela, como la radionovela, haya sufrido por físico agotamiento ante un público que dispone de más datos, que requiere más estímulos para no aburrirse de algo y que pareciera tener intereses diferentes. La telenovela creó industrias millonarias en México y Venezuela; seguro alcanzó a dar lo suyo a sus responsables en Colombia. La pregunta legítima que surge es ¿qué pasa ahora mismo con toda esa gente que trabajaba repitiendo estructuras narrativas con vestidos diferentes? ¿Qué podía haber más allá de la maldita lisiada? Todo eso sólo soreviviría si encontraran una forma más barata de producirlo todo. Como los noticieros de la mañana que llenan cinco horas de emisión al día con lo que sea que digan y hagan cuatro o cinco personas. Suena a hacer un Tu voz estéreo que triunfe en horario prime.

Es más, si siguen escribiéndose nuevos libros, ¿por qué no podrían seguir escribiéndose nuevas telenovelas? Esto asumiendo que no importa el problema de competir con los reality shows.

Igual, no creo que muchos extrañen ese formato. Si la memoria no nos falla, no hubo una sola en la que no se promulgaran y reforzaran ideas aburridas o trasnochadas.

¿Será que es sólo mi visión sesgada por la falta de televisión?

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