Era el día de la última clase. Del examen final. De la última excusa en el semestre para pasar tiempo con A. Tal vez, la última opción en un buen tiempo de buscar un espacio diferente en el que cual compartir algo más.
Llegué temprano al salón, a esperar y mirar hacia la puerta una y otra vez mientras simulaba que conversaba con otros. Con el estómago revuelto por la ansiedad. Y sí, en ese momento la puerta que estaba antes vacía, ahora enmarcaba la presencia de A., con el pelo castaño alisado, la chaqueta de jean oscuro y creería que un buso negro. Por eso sospecho que supo lo que me afectó o afectaría verla con el pelo arreglado. Y su perfume. Ese se convirtió de repente en el único olor que podía identificar.
Aunque, bueno, eso tampoco era difícil de predecir.
Lo siguiente fue estar, ser, completamente idiota por la siguiente hora o algo menos que eso. Y escribir garabatos apenas identificables como frases en algo que parecía alto alemán. Garrapateaba. A toda velocidad. Porque el examen era sólo el obstáculo, mientras que el objetivo real era salir primero que ella. No dejarla ir.
Sospecho que desde ese día le molesta verme. Volviendo al recuerdo, sé que nos levantamos al mismo tiempo a entregar el papel ese y ella logró salir primero. Yo esperé (im)pacientemente hasta que logré salir y ver que, aunque había otros hablando de las preguntas y sus respuestas, ella ya se había ido. Sí, salí a buscarla. No, no la encontré.
¿Qué haría ahora que no tenía más que los encuentros casuales en algún edificio de Ingeniería para buscarla? No lo sabía y me sentía inútil. Por ahora, el ciclo estaba cerrado, o al menos eso creía.
julio 31, 2012
julio 30, 2012
Rival
En algún momento del semestre, el monitor de la clase de todos los días trató de ser más amable con A. que con otras personas. Conversar más a menudo y buscarla para revisar cualquier cosa en sus trabajos y escritos.
Sé que, al finalizar una clase, ella se acercó a su mesa para hacerle alguna pregunta y que, inconscientemente, fui a pararme -sin siquiera pensarlo- junto a ellos comiendo ruidosamente un paquete de Limoncitas. Bueno, al menos les ofrecí compartirlas.
A. me miró con extrañeza, luego se despidió secamente del monitor y salió del salón. Luego le pregunté cualquier estupidez a él, tomé mis cosas y me fui.
Supe que había hecho lo correcto cuando ella, una mañana poco después en la que caminamos juntos, me confesó lo fastidioso que le parecía aquel tipo y lo molesto que resultaba el que él la buscara y la incomodara con sus comentarios y chistes malos. Creo que lo dijo para demostrar gratitud.
Y desde aquel choque de Limoncitas, él comenzó a fijarse en alguien más.
I felt like a dude amongst dudes that day
Sé que, al finalizar una clase, ella se acercó a su mesa para hacerle alguna pregunta y que, inconscientemente, fui a pararme -sin siquiera pensarlo- junto a ellos comiendo ruidosamente un paquete de Limoncitas. Bueno, al menos les ofrecí compartirlas.
A. me miró con extrañeza, luego se despidió secamente del monitor y salió del salón. Luego le pregunté cualquier estupidez a él, tomé mis cosas y me fui.
Supe que había hecho lo correcto cuando ella, una mañana poco después en la que caminamos juntos, me confesó lo fastidioso que le parecía aquel tipo y lo molesto que resultaba el que él la buscara y la incomodara con sus comentarios y chistes malos. Creo que lo dijo para demostrar gratitud.
Y desde aquel choque de Limoncitas, él comenzó a fijarse en alguien más.
I felt like a dude amongst dudes that day
julio 26, 2012
Yay!
Creería que es una cualidad valiosa el ser capaz de sorprender a las personas.
Cuando menos, sirve para hacer felices a otros y darles recuerdos felices; posiblemente a mí no me es de utilidad en lo absoluto.
Cuando menos, sirve para hacer felices a otros y darles recuerdos felices; posiblemente a mí no me es de utilidad en lo absoluto.
julio 15, 2012
One step
Las integrales me enseñaron que, así el camino tenga un número infinito
de pasos, podré recorrerlo en un tiempo finito.
Paciencia.
Paciencia.
julio 09, 2012
Everlasting
Esa mañana, mientras perdía el tiempo hablando con sus amigos a la entrada del edificio, vió pasar a A. con el pelo alisado hacia el laboratorio y no fue capaz de pensar en otra cosa por la siguiente hora. Se sentó en los escalones pa mirarla, una y otra vez, hasta que se hizo una sola mirada, interminable.
Ella posiblemente nunca supo que lo había hecho sentirse completamente imbécil. O tal vez sí.
Ella posiblemente nunca supo que lo había hecho sentirse completamente imbécil. O tal vez sí.
julio 08, 2012
On loan
En algún momento, creí oportuno aprovechar una necesidad, leve pero real, e interactuar con A. pidiéndole algún tipo de favor. En algún momento tuve que lidiar con las mil caras de la entropía, cual Janus Quadrafons. Y una de esas caras era conocida por ella pues, en medio de sus tareas y trabajos, debía calcularla, delinearla y controlarla.
En una de esas esperas compartidas, le comenté qué andaba buscando y ella accedió amablemente a ayudarme con alguno de sus libros, sin extender la conversación al respecto. Sólo fue hasta un par de días después que ella recordó el encargo y me lo hizo recordar de forma juguetona.
Llegó tarde a clase, como pocas veces sucedía. En el recuerdo la veo con algún pantalón gris y un saco que no recuerdo. Sé que yo tomaba apuntes de un ejemplo en el tablero y la saludé mientras pasaba. Lo siguiente fue seguir tomando apuntes hasta que ella dejó caer pesadamente sobre el tablero de mi pupitre el libro de Termodinámica que tuvo a bien prestarme.
Vaya forma de llamar la atención. ¿Cómo no voltear a mirarla así? Setecientas u ochocientas páginas. Pasta verdosa y letras negras. El apellido del autor bien podía ser el de un jugador de la selección holandesa o belga. Cuando dejé de ver el libro para verla a ella, sonreía casi con picardía.
También recuerdo que, tres días más tarde o tal vez una semana, acordamos que le llevaría de vuelta el pesado libro. Sin embargo, el día anterior no fue a clase y el día acordado no la vi en Ingeniería ni en la clase de todos los días. No tenía amigos en común con A., así que no tenía dónde llamar ni a quién preguntarle y tampoco había llegado a pedirle el teléfono.
El día acordado ni siquiera logré salir a tiempo a clase. Metido en alguna sala de cómputo, terminé aquello en lo que trabajaba casi veinte minutos después de la hora. Y sin embargo, algún otro compañero de clase me animó a ir, sólo por el gusto de ir y ver qué hacían. Y sí, ahí estaba ella, con cara de impaciencia. Yo tuve que sentarme al fondo del salón y pensar qué decir mientras llegaba el final de la clase. Que llegó. Inevitable.
Sentí en ese momento que quería ahorcarme porque necesitaba el libro, que ella me había prestado algo que usaba y necesitaba a diario pero que había sacrificado sólo por compartir algo conmigo. Y yo vivía a una hora de la universidad, así que no tenía caso decir que iba por él, aunque igual lo sugerí (ir y volver, ir y llevarlo a alguna parte, opciones había).
Sé que lo devolví al día siguiente y que A. respondió a mis agradecimientos secamente. Sé que vi un papel dentro con un acróstico muy cursi, hecho por algún otro infeliz.
Sé que aprendí qué era la entropía.
En una de esas esperas compartidas, le comenté qué andaba buscando y ella accedió amablemente a ayudarme con alguno de sus libros, sin extender la conversación al respecto. Sólo fue hasta un par de días después que ella recordó el encargo y me lo hizo recordar de forma juguetona.
Llegó tarde a clase, como pocas veces sucedía. En el recuerdo la veo con algún pantalón gris y un saco que no recuerdo. Sé que yo tomaba apuntes de un ejemplo en el tablero y la saludé mientras pasaba. Lo siguiente fue seguir tomando apuntes hasta que ella dejó caer pesadamente sobre el tablero de mi pupitre el libro de Termodinámica que tuvo a bien prestarme.
Vaya forma de llamar la atención. ¿Cómo no voltear a mirarla así? Setecientas u ochocientas páginas. Pasta verdosa y letras negras. El apellido del autor bien podía ser el de un jugador de la selección holandesa o belga. Cuando dejé de ver el libro para verla a ella, sonreía casi con picardía.
También recuerdo que, tres días más tarde o tal vez una semana, acordamos que le llevaría de vuelta el pesado libro. Sin embargo, el día anterior no fue a clase y el día acordado no la vi en Ingeniería ni en la clase de todos los días. No tenía amigos en común con A., así que no tenía dónde llamar ni a quién preguntarle y tampoco había llegado a pedirle el teléfono.
El día acordado ni siquiera logré salir a tiempo a clase. Metido en alguna sala de cómputo, terminé aquello en lo que trabajaba casi veinte minutos después de la hora. Y sin embargo, algún otro compañero de clase me animó a ir, sólo por el gusto de ir y ver qué hacían. Y sí, ahí estaba ella, con cara de impaciencia. Yo tuve que sentarme al fondo del salón y pensar qué decir mientras llegaba el final de la clase. Que llegó. Inevitable.
Sentí en ese momento que quería ahorcarme porque necesitaba el libro, que ella me había prestado algo que usaba y necesitaba a diario pero que había sacrificado sólo por compartir algo conmigo. Y yo vivía a una hora de la universidad, así que no tenía caso decir que iba por él, aunque igual lo sugerí (ir y volver, ir y llevarlo a alguna parte, opciones había).
Sé que lo devolví al día siguiente y que A. respondió a mis agradecimientos secamente. Sé que vi un papel dentro con un acróstico muy cursi, hecho por algún otro infeliz.
Sé que aprendí qué era la entropía.
julio 06, 2012
Datasource
República Federal Alemana - Colombia
1:1 (0:0)
Partido 27
Fecha 19-JUN-90
Estadio Milan
Estadio Giuseppe Meazza
Hora
Espectadores
72510
Goles anotados
LITTBARSKI Pierre (FRG) 89', RINCON Freddy (COL) 90'.
República Federal Alemana Colombia
[ 1] ILLGNER Bodo (GK) [ 1] HIGUITA Rene (GK)
[ 2] REUTER Stefan [ 2] ESCOBAR Andres
[ 5] AUGENTHALER Klaus [ 3] GOMEZ Gildardo
[ 6] BUCHWALD Guido [ 4] HERRERA Luis
[ 8] HAESSLER Thomas (-88') [ 7] ESTRADA Carlos
[ 9] VOLLER Rudi [ 8] GOMEZ Gabriel
[10] MATTHAEUS Lothar [10] VALDERRAMA Carlos
[14] BERTHOLD Thomas [14] ALVAREZ Leonel
[15] BEIN Uwe (-46') [15] PEREA Luis Carlos
[18] KLINSMANN Juergen [19] RINCON Freddy
[19] PFLUEGLER Hans [20] FAJARDO Luis
Suplentes Suplentes
[ 3] BREHME Andreas [ 5] VILLA Leon
[ 4] KOHLER Juergen [ 6] PEREZ Jose
[ 7] LITTBARSKI Pierre (+46') [ 9] GUERRERO Miguel
[11] MILL Frank [11] REDIN Bernardo
[12] AUMANN Raimond (GK) [12] NINO GARCIA Eduardo (GK)
[13] RIEDLE Karlheinz [13] HOYOS Carlos
[16] STEINER Paul [16] IGUARAN Arnoldo
[17] MOELLER Andreas [17] CASSIANI Geovanis (GK)
[20] THON Olaf (+88') [18] CABRERA Wilmer
[21] HERMANN Guenther [21] MENDOZA Alexis
[22] KOEPKE Andreas (GK) [22] HERNANDEZ Ruben
Entrenador Entrenador
BECKENBAUER Franz MATURANA Francisco
Cautions
HERRERA Luis (COL) 15', GOMEZ Gabriel (COL) 30', ALVAREZ Leonel (COL) 38', BERTHOLD Thomas (FRG) 63'.
Expulsiones
none.
Match Officials
Referí SNODDY Alan, ENG
Asistente de referí ABDUL RAHMAN Jassim Mandi, BHR
Asistente de referí LANESE Tullio, ITA
1:1 (0:0)
Partido 27
Fecha 19-JUN-90
Estadio Milan
Estadio Giuseppe Meazza
Hora
Espectadores
72510
Goles anotados
LITTBARSKI Pierre (FRG) 89', RINCON Freddy (COL) 90'.
República Federal Alemana Colombia
[ 1] ILLGNER Bodo (GK) [ 1] HIGUITA Rene (GK)
[ 2] REUTER Stefan [ 2] ESCOBAR Andres
[ 5] AUGENTHALER Klaus [ 3] GOMEZ Gildardo
[ 6] BUCHWALD Guido [ 4] HERRERA Luis
[ 8] HAESSLER Thomas (-88') [ 7] ESTRADA Carlos
[ 9] VOLLER Rudi [ 8] GOMEZ Gabriel
[10] MATTHAEUS Lothar [10] VALDERRAMA Carlos
[14] BERTHOLD Thomas [14] ALVAREZ Leonel
[15] BEIN Uwe (-46') [15] PEREA Luis Carlos
[18] KLINSMANN Juergen [19] RINCON Freddy
[19] PFLUEGLER Hans [20] FAJARDO Luis
Suplentes Suplentes
[ 3] BREHME Andreas [ 5] VILLA Leon
[ 4] KOHLER Juergen [ 6] PEREZ Jose
[ 7] LITTBARSKI Pierre (+46') [ 9] GUERRERO Miguel
[11] MILL Frank [11] REDIN Bernardo
[12] AUMANN Raimond (GK) [12] NINO GARCIA Eduardo (GK)
[13] RIEDLE Karlheinz [13] HOYOS Carlos
[16] STEINER Paul [16] IGUARAN Arnoldo
[17] MOELLER Andreas [17] CASSIANI Geovanis (GK)
[20] THON Olaf (+88') [18] CABRERA Wilmer
[21] HERMANN Guenther [21] MENDOZA Alexis
[22] KOEPKE Andreas (GK) [22] HERNANDEZ Ruben
Entrenador Entrenador
BECKENBAUER Franz MATURANA Francisco
Cautions
HERRERA Luis (COL) 15', GOMEZ Gabriel (COL) 30', ALVAREZ Leonel (COL) 38', BERTHOLD Thomas (FRG) 63'.
Expulsiones
none.
Match Officials
Referí SNODDY Alan, ENG
Asistente de referí ABDUL RAHMAN Jassim Mandi, BHR
Asistente de referí LANESE Tullio, ITA
julio 05, 2012
julio 02, 2012
Tiranía del lector 7: Forgotten
Después de una noche de comer sin parar, de tomar té verde sin descanso, de puro desenfreno, Alfabravo durmió sin preverlo y despertó por su cuenta.
Se sentía diferente. Di fe ren te
Algo había cambiado en su interior, en la forma como interactuaba con el resto del mundo, en la voz con la que se hablaba a sí mismo. Algo se había ido por la cañería, tal vez, junto con los desechos del té o mezclado con los despojos de las hamburguesas. Algo había olvidado entre los sueños, quizás.
Ya no sentía el feelin' en él. Se veía a sí mismo y se decía "ya no tiene feelin". El Alfabravofeeling, aquel que había dado presencia a la mismísima Open List, aquella tan popular y llena de detalles, juegos y quehaceres. Llena de gente y de ánimos. Esa potencia latente se había ido, lo había abandonado y ahora sólo se sentía un curubo más. Como cualquier calentura-en-Ipiales.
Cualquier cosa que escribiera se veía simple, cualquier cosa que dijera carecía de gracia. Bien podía darse por muerto, igual, que nadie le miraba cuando iba por la calle. Tampoco es que eso pasara a menudo. Y sin embargo, qué podía hacer para revertir esa penosa situación? ¿Alguien podría haber robado su feeling con algún fin desconocido? No había forma de saberlo.
El feeling era la alegría y las ganas de existir para hacer algo trascendente. Era la necesidad de despertar y levantarse a tratar de cumplir con los sueños. El feeling era aquello que lo había impulsado por muchos años para seguir viviendo y mejorar, para ser feliz al ser un poco más como siempre quiso ser. Desde ese despertar, sin embargo, se veía a sí mismo sin sueños y sin algo que lo impulsase a salir de su cama siquiera. Bien podía morir e igual el mundo no cambiaría en lo absoluto.
El feeling se había marchado junto a la eterna juventud.
El feeling se había escurrido por entre las rendijas del sueño extraño que tuvo aquella noche.
El feeling hacía parte del pasado que extrañaba.
El feeling se fue por su propia cuenta, buscando un huésped propicio para más días halagüeños. Alfabravo se había quedado, desde ese día, a la vera del camino del feeling.
***
:O Alfabravo ha perdido el feeling... ¿dónde pudo haberlo dejado?
Grace
Se sentía diferente. Di fe ren te
Algo había cambiado en su interior, en la forma como interactuaba con el resto del mundo, en la voz con la que se hablaba a sí mismo. Algo se había ido por la cañería, tal vez, junto con los desechos del té o mezclado con los despojos de las hamburguesas. Algo había olvidado entre los sueños, quizás.
Ya no sentía el feelin' en él. Se veía a sí mismo y se decía "ya no tiene feelin". El Alfabravofeeling, aquel que había dado presencia a la mismísima Open List, aquella tan popular y llena de detalles, juegos y quehaceres. Llena de gente y de ánimos. Esa potencia latente se había ido, lo había abandonado y ahora sólo se sentía un curubo más. Como cualquier calentura-en-Ipiales.
Cualquier cosa que escribiera se veía simple, cualquier cosa que dijera carecía de gracia. Bien podía darse por muerto, igual, que nadie le miraba cuando iba por la calle. Tampoco es que eso pasara a menudo. Y sin embargo, qué podía hacer para revertir esa penosa situación? ¿Alguien podría haber robado su feeling con algún fin desconocido? No había forma de saberlo.
El feeling era la alegría y las ganas de existir para hacer algo trascendente. Era la necesidad de despertar y levantarse a tratar de cumplir con los sueños. El feeling era aquello que lo había impulsado por muchos años para seguir viviendo y mejorar, para ser feliz al ser un poco más como siempre quiso ser. Desde ese despertar, sin embargo, se veía a sí mismo sin sueños y sin algo que lo impulsase a salir de su cama siquiera. Bien podía morir e igual el mundo no cambiaría en lo absoluto.
El feeling se había marchado junto a la eterna juventud.
El feeling se había escurrido por entre las rendijas del sueño extraño que tuvo aquella noche.
El feeling hacía parte del pasado que extrañaba.
El feeling se fue por su propia cuenta, buscando un huésped propicio para más días halagüeños. Alfabravo se había quedado, desde ese día, a la vera del camino del feeling.
***
:O Alfabravo ha perdido el feeling... ¿dónde pudo haberlo dejado?
Grace
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