Podemos suponer alguna vez que miramos a través de la niebla, en ocasiones hacia figuras sin definir, otras veces hacia signos, que interpretamos como ciertos o que asumimos como engaños del mundo a los sentidos. Damos valor esencial a nuestros sentidos, cinco internos y cinco externos, en cada decisión que tomamos.
Qué más queda que tener fe en que el cielo es azul, más allá de la niebla y de las nubes más densas. Qué más queda?
Podemos escuchar un pájaro cantar al amanecer, y damos por cierto que la vida se manifiesta, sin dudarlo.
Podemos escuchar un bebé llorar, y asumimos que debemos ir a verlo porque nos necesita.
Podemos sentir sobre nosotros un velo blanco tenderse, y aún así estamos seguros de que la luz inundará el mundo una vez más al menos. Tal vez más, qué puede evitarlo?
Por qué no creer que se puede aprender la lección y dejar que los sueños vuelen para cantar al amanecer? Finalmente, ellos son más reales que nosotros, nos llevan a sentir nuestra propia vida de forma completamente diferente.
Por qué creer que estamos mejor bajo cubierto, y no debajo de la lluvia, dejando que toda ella nos abrace fervorosamente?
Por qué observar la montaña a lo lejos, en vez de dejar que nos reciba amorosa y eterna, mostrándonos su real naturaleza a cada paso?
Cuando la seguridad se hace constante en nuestros juicios, ésta nos niega en ocasiones la posibilidad de compartir otro tipo de experiencias meramente sensibles.
Bis bald!!!
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