noviembre 01, 2020

Memorias de una hospitalización XVII

 (varios meses después)

No había muchas opciones ni elecciones durante la hospitalización. Despertar, comer (cuando se podía, ya al final), exámenes, revisiones, ver por la ventana, dormir. Con numerosos intervalos de descanso. Mucho sueño. Pocas visitas al comienzo, muchas visitas al final. Poca lucidez al comienzo, mucha conciencia de uno mismo al final. Fue en medio de esa conciencia limitada que me vi sorprendido por los mensajes que me debajan en el tablero cada mañana. El o la jefe que llegaba al turno de la mañana me dejaba dormir, pero no se iba de mi cuarto sin dejar un único mensaje escrito. Suficientemente grande para que yo pudiese verlo desde la cama.

Tarea de hoy: reportar si siente dolor mayor a 4/10

El mensaje se mantuvo por un par de días. Luego, comenzó a cambiar cada mañana.

Tarea de hoy: caminar mínimo 10 minutos el día de hoy
La pregunta ahí era: ¿en serio creen que de repente yo puedo caminar diez minutos hoy? Levantarme junto con los cables, las mangueras y sin comer, para dar un paso tras otro por diez minutos. Y bueno, era un reto en el que no me empujaban ni me halaban; sólo pasaban a hacer las tareas diarias y me preguntaban si ya lo había intentado.

Y bueno, por qué no lo iba a intentar. Si esta gente, que veía gente enferma todos los días, creía que yo podía hacer eso, de pronto es porque podía. También estaba la idea de aceptar que lo que me proponían llegaba como parte del tratamiento. A eso fui.

Caminé diez minutos y volví a mi cama a dormir dos horas. Fatigado como después de hacer cumbre en el Santa Isabel. Como después de jugar futbolito por dos horas sin saque de banda. Exhausto. Seguro podía dormir sentado, parado de cabeza. Dormir. Celebrar los diez minutos de caminata. Al día siguiente, el tablero decía:

Tarea de hoy: caminar 15 minutos por turno. 

La jefa Cecilia era la que más me pedía intentar. Hay que salir a caminar, hay que moverse. Moverse es ayudar a la recuperación. No lo he visto caminar. Era un reto amoroso.

*

Ahora que vuelvo a intentar entrenar, en el tablero me ponen el número de repeticiones. 10, 15, 30, 80. Las cuento y cada diez repeticiones, se las dedico a alguien diferente: diez por M., diez por mi mai, diez por la jefa Cecilia, diez por el jefe Juan, diez por el doctor Cadena, diez por mi suegra, diez por Fabi, diez por Alejo, diez por Nando, diez por Abril.

Hay que moverse. Hay que volver. Estar bien.

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