Hace ya unos años, era todo un proceso ponerle colores y fuentes al blog. Ya hemos hablado de los comentarios, sí. Algún día volveremos a poner HaloScan, lo sé. Pero quedémonos esta vez en lo que implicaba pintar el blog con un fondo o una combinación de colores específica. Cuando blogger no era de google, la interfaz era sencilla y sólo usaba el HTML que le proveíamos, con un CSS específico. Cuando los compraron, comenzó a hacerse más complejo y la interfaz parecía ser un XML que se transformaba (¿alguien acá recuerda Apache Cocoon?) pero ya no tenía esa relación directa entre los cambios y la interfaz. Posiblemente buscando que fuese un proceso más controlado y sin riesgos de subir porquerías para ser reproducidas por blogger.
Como no todos sabían pintar pero todos querían escribir (y la mayoría, aceptémoslo, no sabíamos escribir de todas formas pero era más fácil intentarlo), el negocio de ofrecer plantillas para el blog apareció. Una miríada de sitios apareció de repente para ofrecer mil y una versiones, con colores, con dos columnas o tres, con títulos así o asá, con un cursor diferente para los hipervínculos o con un estilo único e inconfundible (y poco usable, también).
¿Qué queda de todo eso? No mucho. Las plataformas para publicar contenidos se enfocan más en ofrecer opciones para quienes combinan textos, imágenes, videos y tal. Publicar textos limpios parece ser ahora una herejía que se castiga con la escasez de estilos en los que esos textos se vean bonitos. Todo espera que haya mil imágenes y videos. Todo espera un montón de pirotecnia.
Puede ser una señal para dejar a un lado la pirotecnia.
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