Anoche tembló. Fue un sismo relevante pero inocuo, de esos que se dan con cierta frecuencia al sur de Santander. En Bogotá, donde estamos a unos trescientos kilómetros de distancia, se sintió lo suficiente en los pisos altos como para preocuparse y buscar información.
De las cosas que uno recuerda sobre el entrenamiento en caso de terremoto es que toca tener un radio de pilas. Porque la radio es el medio más simple por el que nos podemos enterar de cualquier cosa, en cualquier situación. Pues bien, prendí la radio (el stream de Internet, pero casi) y comencé a ir de emisora en emisora, comenzando por las señales principales de las cadenas radiales más importantes. Sólo encontré normalidad: charlas sobre cuál podría ser la camiseta más bonita en el mundial de fútbol. Diálogos sobre la nueva unidad médica en un barrio de Bogotá. Programas de mucha música y poco diálogo que hacían pensar que los otros, de más diálogo y menos música, habían sido grabados más temprano y ahora sólo eran dispensados por una máquina sin miedo a morir aplastada por los escombros del edificio.
El único lugar donde encontré gente diciéndole a la gente qué hacer fue en la radio juvenil. Esa que han demandado y puesto en la picota pública por hablar de pipís y cucas y mierda y sexo, esa misma. Ahí estaban los practicantes de comunicación social, los primíparos que ponen a cubrir los turnos más aburridos o menos rentables. Esos fueron los humanos responsables de la noche, diciéndole a sus oyentes -muy a su manera- que dejaran de ponerle atención al programa de turno y salieran a un lugar seguro en calma, llevando consigo sus artículos de emergencia.
Gracias, queridos millenials. Ustedes parecen ser los únicos que se preocupan por cuidar de los demás.
mayo 31, 2018
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2 comentarios:
https://xkcd.com/723/
Yo sé que mi "terremoto" de 4.7 se sintió. Saludos.
@Nelson: Yo por eso no tengo twitter y escribí ésto al día siguiente :P
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