julio 23, 2014
Leisure
El ocio emocional. Las divagaciones inútiles sobre las emociones. Rumiar una y otra vez lo que se piensa de las emociones, en vez de revisar lo que se piensa con las emociones.
La prédica zen habla de trabajo como herramienta para la contemplación. El trabajo repetitivo en silencio permite "acercarse al espíritu". En general, el trabajo es finalidad y enriquece. Y sobre todo, impide el libre albedrío del ocio emocional que se alegra cuando le damos tiempo y recursos de sobra.
Si una emoción se controla modificando el pensamiento que la genera, ¿para qué gastarle tiempo a revisar la emoción? ¿para qué revisar una consecuencia? Para regodearse en la emoción, claro. Revolcarnos en la tristeza o en la alegría, lejos del presente.
Las emociones sólo se viven. Se reviven cuando uno logra amarrarlas a algún recuerdo, pero esa demostración se le deja al lector.
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