Al principio no había forma de dejar comentarios en los blogs ajenos ni dejar señal alguna de que se había leído algo. Se dejaba una dirección de correo electrónico para quien quisiese decir algo al autor, lo que popularizó a su vez los servicios de generación de imágenes que ofuscaran la dirección de correo (todavía no se había ganado la guerra contra el correo no deseado, eran tiempos difíciles).
De repente aparecieron cajones para dejar mensajes. Los dejabas en la barra lateral y esperabas a que todos llegaran a decir cualquier cosa allí. No había usuarios identificables, así que cualquiera se ocultaba detrás de algún seudónimo para decir lo que quisiera decir. Había también (como ya dije, eran tiempos difíciles), herramientas que automatizaban la tarea de llenar estos tableros con spam. El reto en aquel entonces era incluir algo en estos tableros coloridos que no demorase tanto el uso normal y a la vez lo hiciera muy difícil de usar para scripts y herramientas automáticas.
Estos tableros de mensajes aún funcionan porque eran simples y lo simple suele perdurar en el tiempo.
Casi al mismo tiempo emergían sitios externos que alojaban comentarios. Comentarios asociados a cada post. Era maravilloso, al fin podía haber una conversación sobre un post específico. Yo aún conservo mi archivo de comentarios que salvé en la debacle de haloscan. Eso creo, por ahí debe estar pero no he visto que haya forma de importarlo a lo que montó google cuando llegó a Blogger.
Cuando apareció Wordpress con todas sus mejoras realmente se le dedicó tiempo a rehacer y embellecer las plataformas de blogging. Muchas cosas que ustedes dan por sentado, no se tenían a mano hace años y demandaban del usuario conocimientos en HTML, JavaScript y CSS. Eso o estar en The Evil List / The Open List. Como fuera, el proselitismo no se detenía ante nada y era equivalente al bumper sticker politics de ahora en varias ciudades de EUA (e igualmente era poco sano). Siempre había una opinión.
Todo este hilo de pensamiento lo trajo la reciente -aunque breve- interacción con el gran Entrescu en su blog. Recuperar el hábito de leer y compartir la impresión sobre lo leído. Es lo más cercano a conversar a través de cartas, sin el frenesí de la inmediatez y con el tiempo suficiente para dar una respuesta más cercana a lo que uno está pensando en realidad.
También se parece a charlar tomando trago. A menos que usted sea de los que se pone a hablar duro cuando toma.
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