Creo firmemente que la pregunta no es si todos se hacen existencialistas en algún punto de su vida sino cuándo lo hacen. El qué hacen con eso debe ser la pregunta que sigue.
Cuando todos a tu alrededor se ponen de acuerdo en denominar un evento de tu vida como algo que pudo ser mortal, la conversación que uno mismo tiene con su propia historia se hace más complicada. La narración se hace sinuosa.
Lo que sea que haga que recordemos cosas es también muy hábil para hacer que olvidemos. Ya perdí la cuenta de las películas que vi en 2014 e intenté comenzar a ver nuevamente en algún momento entre 2019 y 2024. Sigo usando icheckmovies para llevar el registro porque ya la memoria no da abasto (y siento que estoy perdiendo el tiempo sin entender el porqué).
Es un poco como las preguntas de Datacrédito Experian. Desde hace cuánto tiene relación con tal empresa de telecomunicaciones. Hace cuánto tiempo tiene la cuenta de ahorros con el banco aquel. Cero a dos años, tres a cinco años, seis a nueve años, diez a quince años, más de quince años. Las referencias se convierten en direcciones bugueñas, yo tenía este número cuando comencé a salir con tal chica, yo tenía el crédito cuando comencé a trabajar en esa empresa y eso fue en tal o cual año. Debería haber estadísticas que muestren que entre más vida, más nos equivocamos contando nuestra propia historia.
Que es larguísima. Si sienten que es muy corta, es porque no han puesto atención. Se sentaron en la silla de atrás y se durmieron en la clase, parce.
Y bueno. También se vale.
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Por ahora, el camino es ser. Vivir en paz, en el rincón del mundo que lo reciba a uno y ser, viviendo las cosas que uno cree y compartiendo con los que tengan por azar estar alrededor de uno. Dejar ir lo que no será y abrazar todo lo que pueda ser. Sin apegos pero con arraigos. Y disfrutarlo, porque es posible que después ni nos acordemos.
O que, tal vez, como con mis recuerdos de la experiencia casi mortal, todo se vea como Neo recién lo sacan de la Matrix. Una conlección de escenas cortas con cortes que delatan la fragilidad del protagonista, el narrador menos confiable de todos y a su vez, el que mejor podría describir la situación.
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