Es muy gracioso que la clase dirigente lamentable de este país se vea a sí misma como muy republicana, muy moderna y muy capaz. Históricamente no han sido otra cosa que unos acomodados incapaces que han ido a brincos de un lado a otro, buscando quién les dará más zanahoria y menos garrote.
Me hace sonreír este artículo que habla de cómo los nazis llegaron acá y los recibimos con banderitas nazis por todo Cali. Nada raro que los antepasados de todos estos congresistas nocentrodemocráticos hayan saludado y agradecido la visita de los amigos arios. En el fondo, eso es la política y por eso mi presidente Rojas Pinilla también estuvo por allá comprándole maquinitas a don Adolfo unos años antes.
Todos tan educados y tan alineados con los Estados Unidos como se pintan ahora, vienen de los mismos terratenientes que se ven posando felices con los ministros nazis y las banderas nazis, recibiendo como huéspedes de honor a los que después estarían hundiendo barquitos por todo el Atlántico norte.
Así pues, Uribe parece ser la excepción a esa larguísima regla en la que un montón de hijos de lambones centenarios han mantenido el poder. Es como ver la novela esa, Los Reyes, pero con muchos más muertos en el proceso. Duque es una degradación aún peor de esa regla, en la que alguien pobremente educado fuera de los centros de poder accede al poder mismo. Es una caricatura del pasado, puesta allí casi como una burla a las viejas costumbres y a los viejos gobernantes. ¿Qué relevancia académica tiene el alma máter de Duque más allá de recibir ingentes recursos de sus fundadores ultraderechosos? Ningún escalafón los menciona siquiera pero ahí están, como un gran chiste, poniendo gente en cargos y ternas.
Nota aparte al hallazgo de ese archivo fotográfico por parte de un caleño que investigaba la historia de una ceiba. Allá las calles pasan con cuidado para no molestar a los árboles centenarios, en una inversión de valores que al foráneo seguro le raya la cabeza un ratico.
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