En los últimos ocho meses he tenido el desafío de guiar un grupo de personas y hacerles creer que es buena idea hacer una cosa u otra. Creer que vale la pena seguir haciendo lo que estamos haciendo. Hacer cosas nuevas alrededor de lo que YA estábamos haciendo.
Siempre es más fácil dar órdenes que convencer y motivar. Sembrar esa semilla de interés que termina en ideas y en quehaceres valiosos. En fallos espectaculares que dejan algo aprendido. Y a mí me da mucha pereza dar órdenes desde que jugaba con carritos y el estralandia. Siempre prefiero un acuerdo en el que todos los involucrados entiendan por qué se elige un camino u otro (sobre todo si se supone que todos somos mano de obra altamente calificada).
Por ahora me dicen que lo he hecho muy bien. Todo indica que los sigo teniendo engañados: ellos creen que soy bueno y yo sigo siendo yo. Bueh, es verdad que he crecido un poco pero sigo sin ser eso que pintan como un programador senior.
marzo 08, 2019
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