enero 17, 2018

Commuter

Ir y volver en la bicicleta ya es todo un hábito. Se siente raro no ir por la ruta de siempre, viendo los negocios de siempre. Casi como ir caminando pero con un mejor equilibrio entre llegar rápido a destino y decidir más fácil cuándo detenerse.

El costo de la bicicleta hace rato que se equilibró con el costo de los pasajes de bus que dejé de pagar. Incluso ahora que trabajo desde casa un par de días a la semana, casa recorrido es un poco más de dinero ahorrado. Justo de eso hablaba hoy con quien me atendió en el estacionamiendo donde la dejé mientras iba a comer (porque es en sitios concurridos de muchos restaurantes en los que más roban bicicletas). Es bonita esa alegría compartida de los que saben cuánta contentura trae el salir de un lado, camino al otro, y hacer algo para llegar a donde se va.

La lluvia, que en este comienzo de año ha desterrado los cielos azules de antaño, tampoco hace mucha mella porque siempre prefiero los piés mojados a los buses llenos y olorosos. La chaqueta Uni-qlo que compré en Tokio ha funcionado perfectamente hasta ahora y siempre voy con la barriga seca. El impermeable para la maleta es bueno y las salpicaderas para las llantas hacen soportable el transitar entre charcos y escorrentías (que en Chapinero son numerosas). Me hice también a un chaleco reflectivo que complementa bien la banda del tobillo con luces rojas y la potente luz blanca que me deja ver adelante y hace que los otros vean que voy hacia ellos. Fui con M. a comprar un par de guantes para que las palmas de las manos sufran menos con el andar; hoy los usé y definitivamente han sido una gran compra.

Salvo los períodos de vacaciones, la vías de bicicletas ya son transitadas por numerosos ciclistas que, como en cualquier aglomeración de individuos en este país, hacen lo que se les canta y les importa un culo cualquier cosa diferente a registrar un buen tiempo en Strava. En bicicleta también se puede hacer doble fila, ir en contravía, hablar por celular mientras se anda con una mano en el manubrio, botarle encima la bicicleta a los demás. Lo bueno es que normalmente resuelvo mi desazón dejando atrás a los que motivan mi fastidio.

Y los dejo atrás porque, en general, siento que mi condición física ha mejorado sustancialmente desde que comencé a andar en bicicleta. Hoy, mientras hacía un segmento de mi recorrido que va por calles comunes y corrientes, tuve el placer de arrancar junto a dos motos y mostrarles que arrancaba tan rápido como ellos. El que iba a la izquierda se quedó mirando. Veo mis piernas y me gusta como se ven ahora. Cómo funcionan.

Me preocupa el aire que me toca en turno. Ir en rutas por las que van buses y carros (como es el caso de todas las ciclorrutas) deja sentir lo pesado del aire cuando me da por ir un poco más rápido. Ya más de uno habla de lo contaminado que es el aire en Bogotá (link) y el par de pescuezos que uso claramente no tienen cómo lidiar con eso. Si alguien tiene alguna recomendación de máscara o dispositivo para no tragar tanto humo, la recibo con gusto.

Una conocida me dijo mientras tomábamos una cerveza, que la bicicleta era la mejor perspectiva que se podía tener de la vida. Ir en bicicleta a alguna parte demanda de nosotros el hacer algo al respecto. Alistarnos, salir e impulsarnos a nosotros mismos, cosa que ningún carro, tren o avión nos ofrece. No se puede ser pasajero de la bicicleta -que sí del bicitaxi, así los estén volviendo todos vehículos a motor de dos tiempos-. Salgo en bicicleta como recordatorio permanente de todo lo que quiero hacer por mí mismo y por mi gente, todo lo que me demanda acción y abandono de la inactividad.

2 comentarios:

Nelson Castillo dijo...

Me gusta la biciclea, pero no la uso cuando hay mucho sol o cuando va a llover.

Hasta que no compre una máscara apropiada no saldré más. Paso por la k13 y por ahí se traga mucho humo.

Paola Vargas dijo...

Me encantá la loa a la bicicleta.

Sigo buscando un impermeable que no me cueste un ojo o un hígado y que sea ligero. Pedí una mascara con filtro en Amazon y estoy esperando que llegue. El año pasado no me importó la lluvia tanto como la tos y las tres infecciones en la garganta que me dieron. Cuando lo haya probado lo suficiente te haré saber cómo me fue.

Abrazos.

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