No sé si a ustedes les pasa pero más de una vez me encuentro a mí mismo recordando sueños viejos. Cosas que he soñado despierto, quiero decir. El equivalente a lo que hace quien compra la lotería y se ve a sí mismo acostado en una cama llena de billetes o sentado en un automóvil muy lujoso y veloz.
Mis sueños han pasado más de una vez por lugares en los que me veo a mí mismo viviendo, aprendiendo cosas y haciendo cosas nuevas. Desde Madrid hasta Estocolmo, pasando por Dresden, Kaiserlslautern y Amsterdam, Rotterdam, Delft, Bonn, Berlin y Barcelona. Cambridge, Londres, Manchester. Vancouver, Austin, Chicago, Nueva York o Washington D. C. Todos son sitios que me he detenido a mirar, sobre los que he averiguado cómo se vive, qué se come, qué tan frío es el frío y qué tanto se sufre con el calor, qué se hace en el tiempo libre y cómo se transporta la gente. Me he visto a mí mismo tratando de ir entre la gente con mi propia rutina de vida.
Qué cansado es haber vivido en tantos lugares dentro de mi cabeza. Lo bueno es que en ninguno tuve que pagar alquiler. Lo malo es que en ninguno hice amigos ni comí helado. Todo eso le pertenece ahora al Nelson del pasado que ya no existe en ninguno de mis futuros probables.
mayo 25, 2017
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