diciembre 29, 2014

STOP

Tomado de sietedias.co (a 2014/12/29)

La telegrafía es la transmisión a distancia de mensajes usando cualquier medio que no requiera un intercambio físico, propio o usando un mensajero. Las botellas del náufrago y las palomas mensajeras no caben en la telegrafía. Las señales de humo, el uso de semáforos con banderas y los códigos usando luz reflejada, esos sí son sistemas telegráficos. Las dos partes conocen el código usado para codificar el mensaje y el intercambio se hace como acción a distancia. Ningún objeto físico es entregado por el emisor al receptor.

Cuando no había cientos de aviones llegando y saliendo de un lugar cada día y las economías de escala no daban para enviar papeles al otro lado del mundo en tres días, un telegrama era una opción ideal para los mensajes urgentes. La telegrafía se hizo luego sinónimo de la telegrafía por cables (y acá en Colombia, algunos campesinos tumbaron postes a machete porque en los cables viajaba el diablo). Más adelante fue inalámbrica mientras se tendían cables submarinos (lo que se enviaba era un cable o un wire). Ya era de uso corriente el código morse, traducido del otro extremo por esclavos o por impresoras que descifraban los impulsos a medida que llegaban. Surgieron redes privadas con especificaciones particulares, conocidas como Télex.

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Los telegramas eran aquí una cosa frecuente hace tal vez treinta años. De hecho, hay datos de un telegrama muy, muy costoso. Tanto, que habría sido preferible hacer llamadas de larga distancia.
Los telegramas servían como notificaciones judiciales, como noticia urgente que no podía esperar a que una carta cruzara los mares o los cielos. Era la misma época en la que había gente con apartados postales, esos cajoncitos metálicos que bien podían estar en el aeropuerto o en el centro comercial Granahorrar, ahí en el segundo piso. Hablo de Bogotá pero es seguro que en otras ciudades funcionaba igual.

Como con tantos otros monopolios estatales en años cada vez más lejanos, este de los telegramas ofrecía un servicio poco amable, dispendioso y costoso. Algunos recuerdan esporádicamente cómo se mantenía con vida el monopolio para solventar gastos locales y para tener puestos que ofrecer en tiempos de elecciones. Como tantas otras cosas acá.

Hay por allí reseñas muy buenas sobre la evolución de la telegrafía en Colombia. Hay también un libro encargado por la extinta Telecom sobre la evolución de las comunicaciones que describe muy bien cada etapa.

Mis recuerdos personales de telegramas van a notificaciones de juzgados. También a mensajes de personas que vivían en pueblos donde no había teléfono y evitaban el desgaste de la fila para llamar en una cabina de Telecom, enviando un mensaje por telegrama -porque una línea telefónica en una vivienda rural sólo fue algo común a mediados de los años noventa-. Los mensajes se llevaban escritos previamente en algún trozo de papel y una operadora los revisaba con lápiz rojo en mano. El cobro se hacía por cada palabra y eran mensajes públicos durante todo el viaje hasta el receptor, por lo que quedaba descartado enviar información sensible por allí.

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Aunque pueda sorprendernos, los telegramas todavía existen y son usados en el mundo habitualmente. La red mundial sigue viva y es mantenida normalmente. Algunos los dieron por muertos, escribieron obituarios sobre el último telegrama enviado en la India y publicaron fotos viejas hablando del final del servicio en Estados Unidos.

Sin embargo, los servicios de la red siguen siendo usados y lo que vemos sólo significa que los principales operadores están cambiando de actividad. Incluso podemos enviar telegramas en línea (con lo anacrónico que pueda sonar). En Colombia, 4-72 sigue ofreciendo el servicio y hay reportes de cifras sorprendentes para la época.

Escribiendo esto encontré que Vice es muy bueno como agregado de contenidos.

¿Para qué usarían ustedes un telegrama?

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