Iba en una calmada cabalgata el otro día -evento inusual dentro de lo posible- y me vi conversando con nuestro guía ni bien comenzamos nuestro recorrido. Era un muchacho de nombre Jhon Jairo. En algo más de cuarenta minutos, le pregunté sobre su vida, sus quehaceres y demás. Al rato me vi a mí mismo y me sentí raro. Era extraño estar entablando una conversación fluida con un desconocido.
Días después lo pensaba más y lo veía aún más inusual. ¿En qué momento dejé de rehuir y me propuse conversar con otros? Me gusta mucho conocer personas, saber cómo son y qué piensan. Sólo que normalmente era dolorosamente difícil saber qué hacer o qué decir. Hoy en día creería que es extrañamente fácil y sólo tengo sospechas sobre lo que propició semejante cambio.
La rutina y la interacción con muchas personas durante los últimos quince años ha cambiado cosas. Exponerme a muchos entornos desconocidos ha sido importante. Los empleos que me han empujado a situaciones en las que era absolutamente necesario llevar una conversación fluida.
Sigo viajando con la introversión pero creo que ahora la timidez no es su copiloto infaltable.
1 comentario:
csglr09- Me alegró leer este post :) Sabes escuchar.
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