febrero 02, 2018

Sacol

Hay días en los que no siento nada diferente a que esta vuelta no tiene ningún sentido.

Hace unos días iba caminando hacia la oficina después de ir a hacer un pago al banco. Junto a la oficina discurre una calle estrecha, llena de huecos y muy transitada durante el día. Iba junto a esa calle cuando vi que, en la misma dirección que yo caminaba, iba un hombre de los que se dedican a recuperar desechos reciclables de entre la basura que todos disponen a diario. El hombre iba con su carreta llena de cartón, chatarra y desechos varios, halándola por la calle, pasando cada bache con cuidado de no voltear la carreta y con fuerza suficiente para salir de cada bache.

Caminé un poco más rápido y lo vi mirando al frente, mirada perdida, y parecía que dejaba salir un quejido agudo, un lamento constante mientras halaba y que salía como un murmullo amortiguado por el tarro de pegante que lleva agarrado entre los dientes. Salió del bache y siguió andando sin que le importara la fila de carros que estaba justo a su izquierda, a centímetros de su carreta. Siguiente bache, otro quejido, sale del bache, sigue andando.

Entré al edificio de la oficina pasando por la puerta automática y sólo pensaba en lo inútil que es todo. Ir, escribir código, compilar, pagar impuestos, andar en bicicleta o en bus. Nada de lo que haga o deje de hacer va a cambiar la vida de ese man. Ir y ofrecerle algo de comer tampoco cambiará nada e igual tendrá que seguir su faena, apaciguada por el sacol. Si le doy dinero sólo detendré la rutina un par de días. No sé de una vacante que no demande una persona altamente calificada, así que tampoco puedo sacarlo de su rutina para capacitarlo y que deje de ganar el dinero que necesita a diario. Igual, con los eventos recientes me alcanza la paga para cubrir todo y sobra muy poco. No tengo poder político o económico para cambiar permanentemente el destino del tipo que ya iba a un par de calles, o de cualquier otra persona. No hay camino pa ninguna parte.

La ruta simple para sobrevivir a esa falta de sentido de todo parece ser el gastar dinero. Rodearse de artefactos que amortiguen el murmullo de quejidos. Ya que no puedo hacer nada significativo, al menos vivamos una buena vida.

La ruta sensata pareciera ser el crear. Dejar salir todo el tiempo lo que uno tiene en la cabeza. Un dibujo, una fotografía, un escrito, un proyecto, un plan, un sueño. Crear como la única revolución posible.

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