febrero 07, 2018

Cliente

Ayer paré en el camino de regreso a casa para tomarme un café con M. Quedamos de vernos en un Café Quindío que queda junto a un supermercado y busqué dónde dejar la bicicleta mientras tanto. El único lugar diferente a un poste era el estacionamiento del supermercado, así que bajé al sótano y pregunté si había lugar para bicicletas. Una señora era la vigilante del lugar y me miró con seriedad durante varios segundos antes de responder. "Si viene a comprar, sí". Tras decirle tres veces que sí iba a comprar algo en el supermercado (que también era cierto), accedió a abrir el bicicletero, que estaba vacío.

Subí al supermercado y compré arena para los gatos. Sólo después fui al café a verme con M. por más o menos una hora. Al regreso, fui con mi factura al estacionamiento y la señora me recibió con que "esto es sólo para clientes", pues "esto no es para que lo use mas que mientras está en el supermercado". Eso sí, "no le digo que no sea cliente", me siguió diciendo mientras rayaba mi factura, "sino que esto es para que lo use 10 o 15 minutos, mientras está en el supermercado".  Me siguió diciendo mientras abría el bicicletero, que sólo tenía mi bicicleta, "usted se demoró lo que quiso y sólo necesitaba el parqueadero".

Y sí, necesitaba hacer más cosas además de comprar en el supermercado. Me pregunto, eso sí, qué gana la señora con cuidar que el bicicletero vacío sea usado sólo por 10 o 15 minutos, que es el tiempo que debe tardar uno en el supermercado. Regla que obviamente no se aplica a los carros.

País santanderista en el que todo aquello que no es negocio es además despreciable.

2 comentarios:

Nelson Castillo dijo...

Pone a temblar al capitalismo.

Alfabravo dijo...

@Nelson: Neh, sólo hay un cliente fastidiado. Lo de siempre.

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