Amputation

Nunca he sido amigo de cuidar un teléfono móvil. Me fastidia ponerles cristales adicionales, carcazas y amarraderas. Los voy rayando lentamente en la cubierta posterior por hacerlos girar mientras espero en una mesa. Normalmente la pantalla no se raya con llaves o monedas. Siempre he creído innecesario tanto cuidado y tanto detalle para algo que debería funcionar de forma adecuada por sí solo. Si le pasa algo así no más es porque en principio su diseño es deficiente.

Recuerdo a Iván comprando unos cristales protectores para la pantalla de su celular nuevo, haciendo una mezcla casi ritual de checo, inglés y danza tribal. Tanto esfuerzo para mantener reluciente algo que está hecho para usarse. El apego a las cosas como temor permanente. Sí, ya se que cuestan dinero; deberíamos tener en cuenta eso antes de hacernos a ellas, no después.

La primera vez que se me ha quebrado la pantalla de un celular fue recién ayer. Un golpe seco, por una caída de un metro de altura (ha habido otras de metro y medio en las que nada pasó), que justo le hizo ir a dar contra alguna piedrita o algún resalto pequeño. La pantalla se golpeó justo en un borde y dejó varios quiebres radiales, que igual no se prolongaron más allá de la región inferior.

Todavía funciona, no me estoy rebanando el dedo al usar el teléfono. Sigo encontrando francamente inútil el cuidar de lo que debería cuidar de sí mismo.