Hay pocas cosas que me rayen más el coco que una sequía de goles. Que pasen semanas enteras en las que voy, juego y salgo pensando en todas las oportunidades que tuve y que desperdicié. Ojalá en un partido que haya perdido por uno o dos goles.
La más reciente duró casi dos meses y se acabó el domingo pasado. Casi que tuve que engañar al balón para hacer el gol. Recibí un pase desde la izquierda que me llegó al borde del área con el arquero acercándose rápidamente. ¿La solución que se me ocurrió? Mirar el balón, mirar de reojo al arquero, mirar al infinito y tocar el balón de primera con el borde externo del pie derecho. Con cara de estar pensando en la factura del gas. Casi que con indiferencia: balón, no me importa lo que pase ni lo que decidas hacer. Yo voy a seguir con mi vida después de esta jugada.
El balón pasó sutilmente entre las piernas del arquero y se fue al fondo de la red. Me gustan estos toques sutiles que resuelven todo fácil y rápido.
abril 11, 2017
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